Con Merkel se cierra una generación de grandes líderes occidentales y europeos.
La canciller alemana Ángela Merkel dice adiós tras 16 años al frente de la nación más poderosa e influyente de la Unión Europea y no se nos oculta que deja no solo a Alemania sino también a toda Europa sumida en una crisis de liderazgo y en una incertidumbre política desconcertante. El sueño europeo que apasionó a grandes políticos de la postguerra como Adenauer, Monnet, Churchill, Schumann o Spaak entre otros, se diluye o termina con la desaparición de Merkel de la escena política europea Después de más de 60 años desde la firma de los Tratados de Roma ¿podemos decir que hoy se puede considerar un éxito aquel espíritu de los padres fundadores que iniciaron el largo caminar hacia lo que es hoy ya una realidad de 27 Estados miembros de la UE o estamos ante esa misma realidad como el que contempla un gigante con pies de barro?
Mi generación, llamada “baby boom”, es decir los que nacimos entre los años 1945 y 1964 o período de la postguerra, pienso que hemos sido unos grandes afortunados. No conocimos la tragedia de las dos grandes guerras apocalípticas del siglo pasado, ni por supuesto la guerra fratricida española; hemos vivido un largo período de paz y de reconciliación; hemos sido testigos de grandes avances de la tecnología, desde la TV a la llegada del hombre a la luna, las comunicaciones por satélite, los ordenadores, la telefonía móvil, internet, la caída del muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría, además de la caída de muchas fronteras físicas, económicas y culturales en nuestro continente europeo.
Lo cierto es que estamos en un mundo diferente que quizás ha abierto también una importante brecha generacional. Las preocupaciones de esta nueva generación europea son muy diferentes del espíritu que animaba a los padres fundadores que no era otro que garantizar la paz y reconstrucción de una Europa maltrecha y sumida en sus propias cenizas. Superadas estas metas, parece primar hoy entre los grandes retos y objetivos de una buena parte de esta nueva generación europea, cuestiones tales como el cambio climático, la desigualdad social, la crisis de los refugiados o la igualdad de género como fundamento ideológico de una sociedad igualitaria, libertaria y anticristiana.
Por otra parte, la inmigración procedente de África, Oriente Medio o Asia está transformando demográfica, social y culturalmente a Europa y las originales raíces cristianas que inspiraron la construcción europea están siendo sustituidas bien por una creciente islamización o por una paganización de costumbres impregnadas de un “relativismo moral que, como denunciaba Benedicto XVI, cuando se absolutiza en nombre de la tolerancia, los derechos básicos se relativizan y se abre la puerta al totalitarismo”
Con Merkel se cierra una generación de grandes líderes occidentales y europeos. La China comunista extiende su poder y colonialismo económico por todo el mundo como una mancha de aceite; la Unión Europea se siente amenazada en sus fronteras del Sur y del Este con un claro intento de ser desestabilizada bien por las presiones migratorias o por las permanentes amenazas e intromisiones políticas de una Rusia que no ha superado, desde la caída del muro de Berlín, las adherencias del imperialismo soviético, al mismo tiempo que los EEUU parecen haber renegado del compromiso del que siempre hicieron gala como defensores de los derechos y libertades del mundo occidental.
Ni España, Francia, Italia, Bélgica o la fugada Gran Bretaña a la que suma la impredecible Alemania, inmersa ya en la búsqueda de un nuevo liderazgo, se caracterizan por tener al frente mandatarios que garanticen la continuidad de un proyecto europeo políticamente inacabado y económicamente maltrecho por la pandemia y el tsunami de países que como China, Corea o incluso Vietnam se han convertido en una gran fábrica productora de bienes y capital que inundan el mercado mundial hasta el punto de poder inmovilizarlo.
¿Estamos ante el declive o el nacimiento de una nueva Europa? La respuesta depende de que entendamos qué es la Unión Europea hoy, sin perder de vista que España es un Estado miembro que vive bajo ese paraguas y que los desafíos a los que nos enfrentamos son de tal magnitud que solo con la verdad, la libertad y la cohesión podemos hacerle frente, todo lo contrario del nepotismo, la mentira y la fractura territorial que sufrimos a manos del gobierno socialcomunista que padecemos.
Jorge Hernández Mollar
ideasclaras.org