Oferta educativa rescata cultura indígena guaraní en Argentina

 

Algunos de los jóvenes indígenas guaraníes que estudian la tecnicatura superior en turismo comunitario indígena, en Yriapú, en el extremo noreste de Argentina, a pocos kilómetros de las cataratas del Iguazú, maravilla natural que atrae más de un millón de turistas al año pero no brinda oportunidades de desarrollo a las comunidades indígenas. Imagen: Daniel Gutman / IPS

IGUAZÚ, Argentina –  Bernardo Olivera se mudó hace unos años desde su pueblo a la capital de la provincia argentina de Misiones, Posadas, para estudiar en la universidad pública el profesorado de Matemática. Interesado en los números y con voluntad de progresar, sintió, sin embargo, que el sistema educativo le ponía una barrera por su origen indígena.

“Cursé todo un cuatrimestre y no pude aprobar una sola materia. Se me hizo muy difícil la carrera por el tema de la lengua; no me adaptaba”, cuenta a IPS Olivera, hoy de 27 años y padre de una niña de 8.

Como todos los jóvenes que se criaron en las más de 100 comunidades indígenas guaraníes de esta provincia, en el extremo noreste de Argentina,  tiene el guaraní como lengua materna y solo aprendió el castellano en la escuela.

Ahora Olivera tiene otra oportunidad, que le sienta mejor. Está estudiando nuevamente, gracias a la inauguración en 2023 de la primera carrera terciaria de la provincia de Misiones dirigida  especialmente los jóvenes indígenas egresados de la educación secundaria y diseñada desde la identidad cultural y la cosmovisión del pueblo guaraní.

“Cuando los jóvenes indígenas ingresan a una universidad o a una institución educativa terciaria convencional, no se tiene en cuenta que su lengua materna es otra y que tienen otros ritmos. Los docentes y las autoridades los terminan viendo como un problema”: Viviana Bacigalupo.

Se trata de la tecnicatura superior en turismo comunitario indígena y funciona en Iguazú, en la triple frontera de Argentina con Brasil y Paraguay. Es bilingüe –en guaraní y en castellano- y tiene tanto profesores indígenas como no indígenas.

“Hoy mi sueño es crear una agencia para que los turistas visiten nuestras comunidades y conozcan nuestra cultura. Así voy a poder ayudar a mi gente”, dice Olivera.

Las clases tienen lugar todas las mañanas en las aulas de la Escuela Secundaria Provincial 117, un edificio luminoso, de una sola planta, ubicado en medio de decenas casas de madera o de barro, con techos de chapa, que se esparcen por el bosque y conforman la comunidad indígena Yriapú.

En Yriapú viven unas 140 familias, que han logrado el reconocimiento de la propiedad comunitaria de 265 hectáreas de tierra que ocupan ancestralmente.

Con la lucha de Yriapú, los guaraníes lograron rescatar una porción del avance avasallador de los emprendimientos turísticos asociados a las cataratas del Iguazú, maravilla natural que atrae visitantes de todo el mundo y que este año ya está a punto de llegar al millón de entradas vendidas, según datos de la Administración de Parques Nacionales (APN).

Las cataratas, situadas a tan solo 15 minutos por carretera de Yriapú, están en la llamada selva Paranaense, un ecosistema de vegetación exhuberante y gran biodioversidad, que Argentina comparte con Brasil y Paraguay.

Nada de los recursos que deja el turismo, sin embargo, se percibe en Yriapú, donde se consume agua de pozo por falta de red de pública de agua y la gente recorre los senderos cargando sobre sus espaldas grandes cantidades de leña,  único combustible disponible para cocinar y para calentar agua.

En toda Argentina viven 1 306 730 personas que se reconocieron indígenas en el censo 2022, casi 3 % de la población total. De los 46 millones de habitantes de este país sudamericano, 52 % vive en la pobreza –según estadísticas oficiales hechas públicas a fines de septiembre- y la situación de discriminación de los pueblos indígenas agrava su situación.

Vista de una de las desperdigadas viviendas de la comunidad guaraní Yriapú, en la parte argentina de la triple frontera con Brasil y Paraguay. Un joven carga leña, único combustible disponible para cocinar y calentar agua. Imagen: Daniel Gutman / IPS

Oferta educativa intercultural

“Cuando los jóvenes indígenas ingresan a una universidad o a una institución educativa terciaria convencional, no se tiene en cuenta que su lengua materna es otra y que tienen otros ritmos. Los docentes y las autoridades los terminan viendo como un problema”, dice a IPS Viviana Bacigalupo, directora del Instituto Superior Indígena Raúl Karai Correa, que ofrece la tecnicatura.

“Lo que suele pasar  entonces es que empiezan a estudiar con gran entusiasmo y después abandonan, lo que potencia su exclusión del mundo laboral y su vulnerabilidad. Aquí se trata de generar una oferta educativa con la cultura, los ritmos y la cosmovisión del pueblo guaraní”, agrega.

Bacigalupo y la mayor parte del resto del equipo intercultural que la acompaña proviene del llamado Proyecto Mate, creado en 2005 para favorecer la autogestión de los recursos turísticos y culturales por parte de los guaraníes de la zona de Iguazú, que comenzó con capacitaciones breves orientadas a aumentar la capacidad laboral de las comunidades.

El pueblo guaraní está presente, además de en Argentina, en Paraguay, el sur de Brasil y en menor medida en Bolivia. De hecho en la tecnicatura hay un estudiante de cada uno de esos países, que realizan el curso a distancia.

La mayor marca del legado cultural guaraní está actualmente en la fortaleza de su lengua, que es  idioma oficial en Paraguay. En ese país lo habla 85 % de su población, según datos del Parlamento de Mercosur, y además otros 15 millones de personas lo utilizan en Argentina, Brasil y Bolivia.

Oscar Benítez, profesor de cultura y cosmovisión del pueblo guaraní; Claudio Salvador, coordinador académico; y Viviana Bacigalupo, directora del Instituto Superior Indígena Raúl Karai Correa, única institución educativa de la provincia argentina de Misiones diseñada para los jóvenes guaraníes egresados de la educación secundaria. Imagen: Daniel Gutman / IPS

En forma presencial el curso de tecnicultura tiene actualmente 26 estudiantes, de los cuales siete son de comunidades distantes de Iguazú, que durante la semana se quedan en albergues en Yriapú.

El Instituto, que depende del gobierno de Misiones, fue reconocido internacionalmente por la Organización Mundial del Turismo de Naciones Unidas (OMT) y la Alianza Mundial del Turismo Indígena (Winta, en inglés), como un modelo único de Educación Indígena Intercultural.

“El turismo indígena es el que se realiza de acuerdo a los principios de los pueblos y está apegado a su espiritualidad. No es una actividad principal para las comunidades, sino complementaria a la vida tradicional”, explica a IPS Claudio Salvador, coordinador académico del Instituto.

“Hoy por ejemplo, cuando los turistas que vienen a la provincia de Misiones visitan las ruinas de las misiones jesuíticas creadas por la Iglesia católica para evangelizar a los guaraníes, no escuchan el relato indígena. Queremos que esté presente”, añade.

Abdón Ojeda, de la comunidad Yriapú, muestra una de las trampas tradicionales diseñadas por las comunidades guaraníes para cazar animales en el bosque. Las trampas ya no se utilizan pero fueron construidas para mostrar a los turistas parte de la cultura ancestral de su pueblo. Imagen: Daniel Gutman / IPS

Pérdida de biodiversidad

La comunidad Yriapú recibe desde hace años algunos turistas, que llegan atraídos por algunos carteles colocados al costado de la ruta que une la zona de hoteles en Iguazú con el ingreso a las cataratas. A los visitantes los llevan a recorrer los senderos de la selva y les cuentan algo de la cultura guaraní.

“Vemos una oportunidad en el turismo si reforzamos nuestros conocimientos”, dice a IPS Abdón Ojeda, mientras enseña un árbol llamado guaporaity (Plinia cauliflora), cuya corteza, según cuenta, es utilizada por los indígenas para preparar un té que sirve para aliviar el dolor de estómago.

Además de las plantas medicinales, los visitantes pueden ver trampas para cazar animales construidas con madera. El pueblo guaraní era cazador pero hoy las trampas están hechas solo para mostrárselas a los turistas, porque en la selva misionera se ha perdido gran parte de la biodiversidad.

Comunicación, servicios turísticos, informática, inglés, teatro y cultura y cosmovisión del pueblo guaraní son algunas de las materias que forman parte de la tecnicatura. Se intenta que estén a cargo de parejas pedagógicas constituidas por un docente indígena y uno no indígena, que trabajan a la par con estrategias de enseñanza en las que se alternan equitativamente ambas lenguas.

“Lo que estamos haciendo nunca existió en nuestra provincia y yo lo llevo con mucho orgullo”, cuenta a IPS Oscar Benítez, docente indígena de cultura cosmovisión del pueblo guaraní.

“Queremos colaborar para que las generaciones jóvenes tengan un título profesional y puedan integrarse, a partir del fortalecimiento de nuestra propia cultura, a un mundo que hoy nos avasalla con el poder de su comunicación. Y sabemos que solo la educación es el camino para la igualdad de oportunidades”, concluye.

Salvador, el coordinador académico, un docente con amplia experiencia, que se vinculó con la comunidad Yriapú, en 2003, cuando se unió a la lucha para que se le reconociera la propiedad comunitaria de las tierras que ocupan ancestralmente, explica  que el plan es que el instituto crezca en 2025.

«Vemos que hay mucho interés para el año próximo y la idea es abrirse a otros públicos, a otros grupos, objetivos y metas.  Apuntar a campesinos, otras provincias y otras culturas. Si nos sale bien, seremos interculturales plenos a partir del año que viene», argumenta sobre el auspiciante futuro del Instituto Superior Indígena en Yriapú.

ED: EG

 

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