Paraíso chino

 

El Mercado Persa parece un símbolo disminuido al lado del riquísimo megamercado chino. Los futbolistas y los clubes de Europa y América del Sur descubrieron un nuevo Dorado. Ahora mismo hay un interés desmedido para alternar en la Superliga del gigante asiático a cambio de abultadas compensaciones.

La televisión pronto tendrá que multiplicar por varias cifras el precio de los derechos de transmisión de un campeonato con estrellas de enorme cotización. El golpe inicial empezó con el brasileño Óscar (25 años) quien dejó la camiseta del Chelsea inglés por 61 millones de dólares. Ahora defenderá al Shangai SIPG.

El argentino Carlos Tévez también es pretendido por el Shangai Shenhua y se habla de 41 millones de dólares para que deje al Boca Juniors. El recién casado tendrá que evaluar esa generosa oferta en plena luna de miel. Quizá su esposa influya en tremenda decisión y decida mudarse de la vieja Buenos Aires a la remozada Shangai.

Hibei Fortune, equipo entrenado por el chileno Manuel Pellegrini, quiere a Lionel Messi. Le ha ofrecido 100 millones de euros por año y le garantiza cinco temporadas. ¡Es decir: 500 millones de euros! Ese club ya cuenta con estrellas como Ezequiel Lavezzi, Gervinho, Mbia y Kakuta, aunque le falta ese golpe de efecto definitivo.

Los chinos han inflado las cotizaciones de los grandes jugadores que actúan en Europa. Los agentes de los futbolistas ya no miran el Viejo Continente como destino final de sus representados. Ahora mismo deben estar viajando a China para pasar el Año Nuevo allá y cerrar jugosos contratos que dejarán también interesantes comisiones.

La fortaleza económica de las ligas de España, Inglaterra e Italia puede salvar la presente temporada. Pero en el mediano plazo tendrán que arriesgar el oro y el moro para competir con una liga china que apenas está abriendo juego. En verdad la mano viene pesada y quién sabe si con algunos ases bajo la manga.

Las otras competencias de menor cuantía corren serio riesgo de perder a sus jugadores más representativos. Una llamada, un cheque generoso y listo. Contrato cerrado. Los chinos lucen prósperos y con fortunas incalculables. Alemanes, holandeses y portugueses tendrán que mirar el futuro con recelo.

Dentro de poco las camisetas más vendidas ya no serán las del Real Madrid, Barcelona o Manchester United. Si los demás eslabones de la cadena de valor del fútbol chino están debidamente enlazados entonces habrá que aprender nombres ahora remotos y sintonizar los futuros clásicos en horario inusual.
Como dicen los economistas, la competencia favorece al consumidor final. Ojalá la calidad de la competencia de la Superliga china alcance los estándares al que nos acostumbró el Viejo Continente.

Esperamos que el certamen asiático equivalente a la Champions League consiga atrapar al exigente televidente.

El reto ya fue lanzado, falta conocer la reacción europea.

 

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