Este es un artículo de opinión de Ezequiel Heffes, director de Watchlist on Children and Armed Conflict.
NUEVA YORK – Solo en 2021, las Naciones Unidas documentaron casi 24 000 violaciones graves de los derechos de los niños en la guerra, entre ellas asesinatos y mutilaciones, violencia sexual, utilización y reclutamiento, y secuestros.
También se destruyeron escuelas y hospitales, y se denegó ayuda humanitaria por motivos arbitrarios, privando a los niños de servicios vitales. En la actualidad hay más niños viviendo en zonas de conflicto que en las dos últimas décadas.
Una herramienta fundamental creada para hacer frente a las violaciones contra los niños en la guerra es el Informe Anual del Secretario General sobre los Niños y los Conflictos Armados, de las Naciones Unidas, en el que incluye a los Estados y grupos armados responsables de tales violaciones en su «lista de la vergüenza».
Las fuerzas gubernamentales de Myanmar, los talibanes en Afganistán, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia y Al Shabaab en Somalia, por nombrar algunos, están actualmente incluidos en esta lista.
La lista ayuda a proteger a los niños y a garantizar la rendición de cuentas identificando a las partes beligerantes y asegurando compromisos para prevenir las violaciones mediante la adopción de planes de acción de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
También genera cambios tangibles y positivos para los niños afectados por la guerra. Y lo que es más importante, la lista se basa en datos verificados recogidos por un mecanismo de vigilancia mundial.
A pesar de que el mecanismo de inclusión en la lista ha mejorado la protección de los niños en diversos conflictos, las organizaciones de la sociedad civil y los Estados miembros de la ONU han expresado su preocupación por el proceso para determinar qué perpetradores incluye el secretario general, António Guterres, su Informe Anual.
Han señalado que cualquier politización del proceso de toma de decisiones para incluir a las partes en la lista amenaza con socavar su credibilidad, debilitando la legitimidad del mecanismo como herramienta para garantizar la rendición de cuentas, promover el cumplimiento y prevenir futuros daños a los niños.
Estas preocupaciones se deben a las incoherencias entre los datos sobre violaciones incluidos en la sección narrativa del Informe y las partes enumeradas en sus anexos.
En concreto, algunas partes responsables de dañar a los niños no están incluidas en la lista, mientras que otras solo figuran por algunas de las violaciones que han cometido. Algunas incluso han sido eliminadas de la lista antes de haber cumplido plenamente con las salvaguardias para los niños.
En un informe de 2021, un eminente grupo de expertos internacionales en derechos del niño identificó «docenas de casos en los que violaciones múltiples y atroces no llevaron a la inclusión en la lista o en los que las decisiones de inclusión en la lista reflejaron incoherencias inexplicables».
Watchlist on Children and Armed Conflict (Lista de vigilancia sobre los niños y los conflictos armados) subraya la importancia de que las decisiones de inclusión en la lista se basen en pruebas y sean coherentes.
Proteger a los niños de los daños de la guerra nunca debería estar sujeto a consideraciones políticas. Es crucial abordar las preocupaciones mencionadas y garantizar que el mecanismo de inclusión en las listas siga siendo una herramienta eficaz para proteger a los niños.
El secretario general de la ONU debe publicar una lista completa de perpetradores que refleje con exactitud los datos verificados sobre violaciones. Es hora de defender los marcos de protección existentes y promover la rendición de cuentas por las violaciones de los derechos de los niños, independientemente de quiénes sean los autores.
Ezequiel Heffes es el director de Watchlist on Children and Armed Conflict (Lista de vigilancia sobre los niños y los conflictos armados).