Carla Samon
Laboran en el campo más de ocho horas al día, sin descanso y por menos de 40 soles (11,2 dólares). Bajo esas condiciones trabajan los agricultores de la región sureña peruana de Ica que, desde hace tres días, protestan para exigir el fin de un régimen que consideran «de explotación».
«Queremos derogar la ley agraria con la que se está explotando al hombre campesino», que «trabaja desde las 6 de la mañana hasta las 3 de la tarde», unas «8 o 9 horas al día y recibe 25 o 30 soles» (7 o 8,4 dólares), espetó en declaraciones a Efe Julio Alexi Ramos, un peón agrario que desde primera hora de la mañana de este miércoles se manifestaba junto a otras decenas de personas en las cercanías de Ica, unos 300 kilómetros al sur de Lima.
Con montañas de arena, piedras y despojos que bloquean en varios puntos la circulación de vehículos en la carretera Panamericana Sur, el principal eje de transporte del país, los trabajadores del sector agroexportador de esta zona consiguieron esta semana alzar su voz y sorprender al país con los crudos relatos de su trabajo, dedicado a la recolección de preciados productos en el mercado global, como arándanos, espárragos o alcachofas.
«Estamos explotados, solo nos falta que nos hagan trabajar con un palo o el chicote», criticó durante la protesta otro agricultor de la zona, Urbina, con el eco de sus compañeros que gritaban: «nos maltratan, nos abusan».
LEY AGRARIA
En concreto, los peones de la agroindustria reclaman derogar la Ley de Promoción Agraria, una norma vigente desde el año 2000, que se diseñó con la idea de que fuera algo temporal y que fue prorrogada en 2019, durante el gobierno del ex presidente Martín Vizcarra, hasta finales de 2031.
La norma establece un régimen laboral específico para los peones agrarios que trabajan de forma estacional, así como beneficios fiscales a las empresas que se dedican a un negocio que ha multiplicado sus ingresos de apenas unos cientos de millones de dólares en 2000 a cerca de 8.000 millones en la actualidad.
La referida norma establece que la remuneración mínima diaria de los trabajadores agroindustriales es de 39,19 soles (11 dólares) siempre que éstos cumplan con un mínimo de 4 horas, aunque no se especifica si hay un horario máximo de trabajo.
El principal lamento de los agricultores es justamente que esta ley permite que las empresas les otorguen sueldos menores por largas jornadas de trabajo.
Además, según explicó el empleado Julio Alexi Ramos, «las empresas hacen contratos de tres meses para no tener que pagarnos la compensación por tiempo de servicio, liquidación o seguro de salud».
La norma permite además que las contrataciones se hagan a través de empresas de trabajo temporal («services», en Perú), quienes se quedan un elevado porcentaje del salario de los peones.
SUELDOS
En este sentido, los manifestantes exigen un sueldo diario mínimo de 60 soles, además de los beneficios que comprende el régimen laboral general.
«El precio justo sería de 80, 70 o 60 soles diarios» porque esta «miseria que nos pagan ahora no nos alcanza ni para el desayuno», lamentó a Efe un agricultor que prefirió mantener su anonimato, mientras participaba en el bloqueo de la ruta a la altura del Centro Poblado Santa Cruz, popularmente conocido como «Barrio Chino».
La protesta campesina en Ica se inició la madrugada del lunes y, por ahora, parece que está lejos de acabar. La víspera, la Presidencia del Consejo de Ministros envió una comitiva a Ica para «establecer un espacio de diálogo y escuchar las demandas de los dirigentes agrarios, con la mediación de las autoridades locales».
Pero la mesa de diálogo entre representantes del poder ejecutivo y los trabajadores agroexportadores se interrumpió sin llegar a un acuerdo. Y hasta que no haya una negociación, la protesta campesina seguirá, aseguran los trabajadores.
ATRAPADOS EN EL ASFALTO
Como efecto colateral de las manifestaciones y bloqueos, la carretera Panamericana Sur hace ya tres días que acumula a centenas de vehículos atrapados en la inmediaciones de Ica.
Son colas kilométricas de camiones, coches y autobuses; centenas de familias y mercaderías atrapadas desde el lunes en el abrumador asfalto, con dificultades para hidratarse y alimentarse.
«No hay cómo comer, no hay agua, no tengo plata y por eso estamos esperando para poder irnos», dijo a Efe Yui Sigoñes Vargas, una mujer que viajaba en autobús hasta Cusco, acompañada de sus dos hijos, de 8 y 3 años.
«Estamos sufriendo hambre y miseria, no hay baño, no tengo ni plata para comer», lamentó Domingo Cavana, un señor que se dirige con su vehículo familiar hasta Arequipa.
A pocos metros de Cavana, un grupo de jóvenes llenaban cubos con el agua que se descongelaba de un camión que transportaba pescado.
«Sabemos que su protesta es justa, pero nos han sorprendido con este paro en la carretera» y «no tenemos ni los medios económicos ni logísticos para seguir más días», advirtió la pasajera Rosa Álvares, que ya ha pasado dos noches en la carretera.
Fuente: Agencia EFE