Faltan diez días para la elección de la Mesa Directiva del Congreso, correspondiente a la legislatura que se inicia, y no se tiene la certeza de quienes serán los candidatos. Lo que sí se sabe, es la existencia de jugadas que al interior del hemiciclo, que han arreciado en estos últimos días para ganar votos.
Sacando cuentas, con los 53 votos que mantiene, Fuerza Popular sigue siendo la primera fuerza y con los cinco votos del Apra, más los de Alianza para el Progreso y uno o dos desubicados, que se alineen con ellos, pueden lograr, por una cuarta legislatura, la presidencia de este poder del Estado.
Y no será muy difícil, conociendo ahora como se manejan los asuntos de Estado dentro de este congreso, que si no es el peor en la historia del país, debe estar entre los más desprestigiados. Los votos se consiguen fácilmente a cambio de un lugar en la directiva o la presidencia de comisiones. No sólo percibirán el sueldo de congresista, sino una serie de gollerías por ser de la directiva y presidir comisiones.
Los apristas y los de Alianza para el Progreso, saben acomodarse muy bien para gozar de estas prerrogativas. Además, estas alianzas fortalecen la impunidad, de la que hacen gala varios congresistas, que están más preocupados porque termina su periodo congresal, y al dejar de serlo, tendrán que enfrentar a los tribunales.
En las bancadas de la oposición, no al ejecutivo, sino al fujimorismo, no hay nada nuevo hasta el momento. Si se busca una alternativa y formar una lista multipartidaria, sin el fujimorismo, ya sabemos cómo terminan estas “negociaciones” o conversaciones entre los partidos y bancadas.
Para comenzar, y sin ánimo de desacreditar a los congresistas del Frente Amplio y de Nuevo Perú, conociendo la conducta de muchos de ellos, sus posiciones sectarias y la capacidad que tienen para lavarse las manos, no extrañaría que son capaces de votar en blanco o viciar su voto con la excusa de siempre: “yo no me vendo”.
Se mantendrán inmaculados, no se corrompieron ni se vendieron. Pero, sus votos permitieron que el fujimorismo siga un año más dirigiendo el Congreso de la República.
¿Las otras fuerzas podrán, por un momento, ser lo suficientemente sensatas para sentarse y conformar una lista que permita derrotar al fujimorismo?
Como están las cosas, es sumamente difícil ganarle al fujimorismo. Como vemos, sin los 20 votos de la izquierda dividida –como casi toda su existencia-, la primera tarea sería convencerlos, de que de una vez, piensen en el futuro inmediato del país y dejen de soñar en el Perú de acá a cincuenta años. Que pisen tierra, hoy.
Con esos 20 votos, los otros movimientos pueden convencer a los de Alianza para el Progreso a incorporase a este proyecto. De los apristas nada se puede esperar. Y es mejor así. Que sigan donde están: como furgón de cola del fujimorismo.