Reírse con los gays, no de ellos

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En la televisión peruana parece que siguiéramos viviendo en la “edad de piedra”, por ejemplo en el intento de hacer humor. Todavía recurrimos a sketches sobre el maltrato a la mujer, la discriminación racial y social (como en La paisana Jacinta y Al fondo hay sitio) y cuando se trata de homosexuales, se tienen que ver bien “locas y disforzadas”.

No caemos en cuenta que la TV nacional se ve en otros lados del mundo y es tristemente considerada un “espejo de nuestra realidad”. Por ello cuando un peruano viajaba al extranjero, más de una vez le decían que no parecían del Perú pues tenía la dentadura completa. Ese era el efecto que durante años nos causó la porquería que Laura Bozzo grababa en nuestro país.

Colocar sujetos vestidos de plumas, chirriantes, escandalosos y tremendamente amanerados puede “vender” a aquellos que aún soportan los contenidos de nuestra pantalla chica. Pero, también, es la forma que el resto del planeta considera que percibimos a la comunidad gay, una de las minorías más fuertes del globo, puede hasta ser la mayor pues nunca se ha censado.

Señalo este despropósito porque uno empieza a medir qué tan lejos estamos de la realidad cultural contemporánea de otros países (hablo de la cultura que vendemos todos los días y no de nuestros milenarios monumentos históricos). La verdad es lamentable ver la lejanía que aún tenemos del “primer mundo” a nivel cultural.

Por ello conceptos tan obsoletos como los de Martha Chávez siguen teniendo acogida. No hace mucho se refirió a la propuesta de “unión civil” como el paso previo a legalizar el matrimonio entre hombres adultos y niñas, al igual que en algunos territorios orientales. Es que preguntarle a la congresista sobre derechos humanos es una real tontería, siempre será el rezago de la dictadura fujimorista.

En EEUU e Inglaterra

Para nadie es un secreto que en Estados Unidos e Inglaterra se ha avanzado muchísimo en legislatura a favor de los derechos de los homosexuales. Pero también lo hacen en materia de entretenimiento. Netflix emite la comedia Grace y Frankie. El tema es tratado directamente, pero sin caer en excesos.

La premisa coloca a dos mujeres en sus setenta años, interpretadas por las galardonadas Jane Fonda y Lily Tomlin (que suma una nominación más al Emmy por esta sitcom). Ambas reciben de golpe la noticia que sus esposos (Martin Sheen y Sam Waterston) quieren divorciarse e iniciar una vida como pareja.

Ellas deben soportar desde el reto de rehacer todo lo que tenían planeado para sus últimos años, hasta soportar los arrestos de culpabilidad de sus exmaridos. Además, de ser la “comidilla” social. Una opción televisiva que merece verse, por sus buenas actuaciones, fresco argumento y la madurez con que se tocan temas que por estos lares parecen imposibles de abordar.

En Inglaterra se estrenó la serie cómica Vicious que tiene a dos grandes de la actuación en los roles protagónicos: Ian McKellen (homosexual que hace tiempo salió del closet) y Derek Jacobi (el recordado emperador romano de Yo, Claudio). Es un lujo ver a ambos en escena, aunque si habría que escoger prefiero a Grace y Frankie. Los guiones de los británicos tienen un sarcasmo innato, pero la trama resulta un poco monótona.

 

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