Carla Samon Ros/ EFE
El 15 de julio de 1821, más de 300 firmas -todas de la pluma de hombres blancos- sellaban el documento que declaraba al Perú independiente. Hoy, ya son miles los peruanos que han dejado sus huellas en una recreación simbólica de esa acta que 200 años atrás dio aliento a la libertad de su país.
En una esquina del céntrico Parque Neptuno, en el casco histórico de la capital peruana, la artista Olinda Silvano, de la etnia amazónica shipibo-konibo, estampa su firma en el llamado Libro Conmemorativo del Bicentenario de la Independencia.
La mujer, líder de Cantagallo, la única comunidad indígena urbana del país, luce un sombrero de tela con flequillos de colores estridentes, a juego con una falda que ella misma bordó y adornó con el típico diseño kené, una blusa de algodón con bordes sobresalientes y una sonrisa que la delata.
«Para nosotros es mucho orgullo ser parte de esta historia y firmar un documento que hace 200 años no pudimos», declara a Efe Silvano, sin dejar de mover con vigor sus manos, ataviadas de anillos y uñas pintadas de rojo y blanco.
Se refiere al Acta de la Independencia, la partida de nacimiento de la República del Perú, un documento de apenas 205 palabras que sirvió de preámbulo para sentar las bases de un país libre de la presencia colonial española.
Si bien el proceso no culminó hasta casi dos semanas después de aquel 15 de julio, con la emblemática ceremonia del día 28, la declaración solemne de emancipación se oficializó mediante este texto, que no firmó ni una sola mujer, ni un solo indígena, ni afrodescendiente.
SOLO HOMBRES
En la segunda semana de julio de 1821, el libertador argentino José de San Martín ingresó con su ejército a Lima, en aquel entonces conocida también como la Ciudad de los Reyes, y envió un oficio al Ayuntamiento para pedir la convocatoria de un cabildo abierto, una suerte de asamblea vecinal de emergencia para decidir y expresar el anhelo ciudadano a la independencia de la Corona Española.
Al día siguiente, 15 de julio, 339 miembros del cabildo firmaron la declaración, que más adelante también ratificaron otros 3.500 vecinos, entre autoridades, funcionarios, arzobispos y sacerdotes.
«Esa acta es la que da legitimidad a San Martín para después proclamar la independencia» del Perú, aunque «solo (la) pudieron firmar en ese momento hombres y hombres notables, de ciertos estamentos», explicó a Efe Fabiola Figueroa, gerente de Cultura de la Municipalidad de Lima.
Por eso ahora, a las puertas de celebrar los 200 años de esa firma, la alcaldía de la capital lanzó el Libro Conmemorativo del Bicentenario de la Independencia, una iniciativa que busca corregir de forma simbólica la exclusión social que marcó ese capítulo fundacional de la República del Perú.
Y lo hace dando la oportunidad a todos los ciudadanos de ser y sentirse parte de la historia de su país, sin distinción de clase, sexo o color de piel, o, en palabras del alcalde Jorge Muñoz, rediseñando una «sociedad más fraterna y reconciliada».
«Es evidente que, 200 años después, la ciudadanía es otra», se justificó Figueroa, quien agregó que ya han sido más de 24.000 las personas que consignaron sus datos en la recreación de esa acta, cuya versión original descansa, ya amarillenta y ajada, en el archivo histórico de la Municipalidad.
DEUDA PENDIENTE
Uno de los vecinos que se acercó hasta el Parque Neptuno para firmar el libro conmemorativo fue el abogado Luis Quispe, un hombre cusqueño que ya hace más de cuatro décadas que se instaló en Lima.
Con esta acción, Quispe quiso «renovar su compromiso con la independencia del Perú», consciente de que hace 200 años los quechuahablantes y migrantes como él, muchos llegados a la capital en «condición de esclavos», quedaron fuera de la suscripción de la Acta de la Independencia de su país.
A pocos metros de ese hombre, esperaban su turno dos mujeres chumbivilcanas, también naturales del departamento de Cusco, vestidas con sus tradicionales chalinas y coloridas prendas de lana de oveja.
«Es un gesto patriótico por parte del alcalde de incluir a todos los peruanos», opinó a Efe una de ellas, Amelia Del Castillo, antes de lamentar que, a pesar de haber avanzado en materia de derechos humanos en los últimos dos siglos, en el Perú «aún persiste la discriminación racial».
En este mismo sentido se expresó sobre la iniciativa el Ministro de Cultura, Alejandro Neyra, quien instó al Perú del Bicentenario a redoblar esfuerzos para independizarse «del racismo, la discriminación y la intolerancia».
Y aunque este sea un camino de largo aliento, el punto de partida pasa inevitablemente por reflexionar sobre el pasado con miras a forjar una historia más inclusiva.
EFE