Todo lo que implica la sentencia y cárcel a Bill Cosby

 

¿Contento por la sentencia de un mínimo de tres años de prisión al octogenario Bill Cosby? La verdad que sí. Pues son enteramente merecidos, en realidad sería lo optimo que cumpliera con los diez años que implica el mayor rigor de su pena, pero seguramente su avanzada edad será argumento para reducirla a lo menos posible. Sin embargo, el pasar una temporada entre rejas, el ser reconocido judicialmente como un “depredador sexual y violento” lo coloca bajo la lupa de la justicia norteamericana hasta el final de sus días.

Se trata de un tremendo triunfo de las víctimas de violación perpetradas por personajes poderosos, influyentes y millonarios. Bill Cosby fue, gracias al popular The Cosby Show (programado entre 1984 y 1992) un hombre que se consideraba “intocable” e inmune a la justicia. Por ello aprovechó para violar por lo menos a 60 mujeres que se han atrevido a denunciarlo, la mayoría de estas denuncias fueron prescritas y por eso se abanderó a la única denunciante cuyo ultraje todavía tenía validez legal: Andrea Constand.

El juicio, que se dilató, llegó a su fin y se dictó sentencia. De tres a diez años de prisión, un sopapo al actor que antes daba risa y hoy genera sentimientos contrarios, asco y repudio. Inclusive sus soberbias y altaneras actitudes mantenidas hasta después de conocerse su culpabilidad lo muestran como un hombre que no se arrepiente, un tipo que todavía creyó que el dinero y la fama podrían blindarlo de por vida.

Pero, y lo hemos dicho en distintas columnas de este blog de opinión, algo está cambiando drásticamente en la industria del entretenimiento norteamericano. Kevin Spacey vio derrumbada su carrera luego de ser encontrado responsable de obligar a jóvenes a acostarse con él. Lo mismo sucedió con el exitosísimo productor de cine Harvey Weinstein, que les hacía pagar un vejador “derecho de piso” a las aspirantes a actriz. Hasta nuestro paisano Mario Testino recibió acusaciones que siguen investigándose.

Esta oleada de reclamar justicia se convirtió en un movimiento hoy mundialmente denominado como Me Too. Mal comprendida como “feminista”, se trata más bien de un colectivo contra crímenes sexuales que las víctimas de forma aislada optaban por callar. Y, hace poco pasó por su prueba de fuego, cuando la fundadora y líder de Me Too, Asia Argento, fue sólidamente acusada por violar a un muchacho de 17 años de edad en 2013. Aunque Me Too va más allá de ninguna de sus integrantes.

No quiero desviarme del tema de Bill Cosby, pero es importante revisar todos estos casos en proceso para acallar cualquier teoría de racismo (que ya empiezan a campear entre los allegados al comediante). Aquí se ha juzgado a un múltiple violador sexual, sin importar el color de su piel. Los alegatos del racismo juegan un papel confuso en los juicios a personajes de raza negra en los Estados Unidos, algo que influyó en la inexplicable liberación de OJ Simpson, acusado y obvio culpable del feminicidio de su ex mujer.

Asimismo, es un recordatorio para todos los fanáticos de actores, actrices, deportistas y músicos. Una cosa es admirar el trabajo de los artistas y otra es idolatrar a un ser humano que en su vida privada puede ser un destructor de vidas, inocencias, honras, cuerpos y almas. El Doctor Cliff Huxtable guiaba a sus jóvenes hijas con amor y respeto, mientras que su intérprete Bill Cosby violaba a otras inocentes muchachas. Huxtable queda en la televisión, Cosby va a la prisión.

 

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