Escribir es difícil. Y, como periodistas, autoeditarnos puede ser todavía más difícil. Después de las exigencias que conlleva reportear y redactar, revisar el trabajo propio puede parecer un esfuerzo extra. Pero en la era del intercambio instantáneo, en la que un error puede propagarse a miles de personas en cuestión de segundos, pasar por alto este paso puede debilitar tu trabajo, dañar tu reputación y perjudicar tu carrera profesional.

Con redacciones cada vez más pequeñas, presupuestos más ajustados y el rápido ritmo de la publicación digital, la supervisión editorial no ocupa el lugar que ocupaba antes. «Muchas veces el contenido se publica directamente en Internet», señala Jennifer Cox, profesora de la Universidad de Salisbury y autora de Feature Writing and Reporting: Journalism in the Digital Age. «Si tus trabajo no es preciso, si es descuidado o está plagado de errores, vas a perder toda credibilidad».

Si bien las plataformas digitales facilitan la corrección o eliminación de errores, cualquier paso en falso en artículos, publicaciones en redes sociales, sitios web o boletines puede quedar muy mal. «Es como sacar el dentífrico del tubo. No se puede volver a poner», explica Cox. Incluso un pequeño error tipográfico puede ahuyentar a los lectores. Los errores más graves pueden erosionar la confianza en tu cobertura y provocar críticas públicas.

Los borradores pulidos demuestran respeto por la audiencia. También demuestran profesionalidad a los editores a quienes entregarás tu texto. Tanto si trabajas como freelance como si eres periodista de planta, presentar un trabajo que necesita sucesivas revisiones puede suponer que te resten encargos u oportunidades. «Si se producen despidos en una redacción, el que más tiempo les consuma será probablemente el primero en salir por la puerta», advierte.

La autoedición honra el esfuerzo que hiciste, afina el mensaje, mejora la claridad y garantiza un mayor impacto. Cox y Gerri Berendzen, correctora con más de 35 años de experiencia y profesora de la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad de Kansas, ofrecen algunos consejos prácticos para que tu proceso de revisión resulte más llevadero y eficaz.

Tomarse un respiro es la mejor manera de mejorar la redacción. «Si no estás en una situación de noticias de última hora, aléjate del texto durante un rato», aconseja Cox.

Cuando se está inmerso en el material, es fácil pasar por alto errores o dar por sentado que el público entiende lo que se quiere decir. «Cuando un autor termina de hacer la investigación y las entrevistas, ya conoce la historia y sabe lo que quiere escribir», dice Berendzen.

Esa familiaridad hace que las palabras que faltan, las frases repetidas o las construcciones mal estructuradas pasen desapercibidas. «Su cerebro ve el texto tal y como lo piensa, no como está escrito». Incluso una pausa de cinco o 10 minutos puede ayudarte a volver al borrador con otros ojos.

Lee tu texto en voz alta

Leer el texto en voz alta es una de las mejores formas de detectar frases atropelladas, fragmentos o construcciones poco claras. «Cuando editamos solo en nuestro cerebro, tendemos a rellenar palabras que creemos que están o deberían estar, pero que en realidad no están», dice Cox. Esta técnica te obliga a ir más despacio y enfocarte en cómo suena lo que escribes.

Detecta tus puntos ciegos

Todos los autores tienen problemas con aspectos concretos de la gramática y la elección de palabras.

«Tras años de experiencia y estudio de la gramática, sigo teniendo problemas con algunas conjugaciones. Como sé esto sobre mí, evito usar esas expresiones», explica Berendzen. «Tienes que mirarte a ti mismo con detenimiento y detectar dónde están tus puntos débiles». De ese modo podrás hacer revisiones más específicas y eficaces.

Cambia la apariencia del borrador

Ajusta la apariencia de tu borrador en la pantalla o en la página para detectar errores más fácilmente. «Modifica algo del texto. Hazlo más grande, de otro color o cambia el tipo de letra», aconseja Berendzen. «Esto engaña a tu mente para que piense que es nuevo».

Hacer que el texto no te resulte familiar te ayuda a detectar erratas, frases torpes u otros errores que normalmente pasarías por alto.

Edita línea por línea

Para que la edición sea meticulosa, Cox recomienda utilizar una hoja de papel en blanco para cubrir el texto, revelando una línea a la vez a medida que se avanza en la lectura.

«Lo que pasa cuando nos sentamos a leer algo es que abarcamos el párrafo entero», explica. «El método de la hoja nos obliga a leer línea por línea». Así te aseguras de no pasar por alto detalles pequeños pero significativos.

Berendzen insiste en la importancia de la verificación. «No des por sentado que sabes cómo se escriben los nombres de las personas y las cosas. Búscalos», aconseja.

Los lectores esperan exactitud, y los errores en datos básicos pueden socavar hasta la pieza mejor escrita. Tómate tu tiempo para chequear y confirmar toda la información de tu artículo antes de entregarlo.

Enfócate en el primer y último párrafo

La apertura y el cierre de una historia contienen los puntos principales, establecen el tono y lo unen todo. Merecen especial atención.

«Fíjate bien en el primer y el último párrafo. En ambos suele haber muchos errores», advierte Berendzen. Concéntrate en esas secciones para confirmar que tu historia empieza con fuerza y termina con cohesión.

Pide una segunda opinión

Aunque la autoedición es esencial, una mirada externa puede revelar problemas de tu texto que tal vez hayas pasado por alto. «Pídele a un amigo, preferiblemente sin experiencia periodística, que lo revise», dice Cox.

Alguien nuevo en el tema puede detectar rápidamente frases poco claras, falta de contexto o lenguaje demasiado técnico. Sus comentarios pueden ayudarte a afinar tu redacción para un público más amplio.

Usa herramientas, pero no te fíes demasiado

Los correctores ortográficos, las herramientas gramaticales y otros programas pueden ser útiles, pero no son perfectos.

«Utilízalos con criterio. Los correctores gramaticales cometen errores», dice Berendzen. Revisa siempre sus sugerencias con cuidado para asegurarte de que se ajustan a tu intención y no cambian tu significado o estilo.


Foto de Diva Plavalaguna en Pexels.

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