Biden ha suplicado a los migrantes procedentes de los países centroamericanos que no abandonen sus países. Les ha pedido que no arriesguen sus vidas en un viaje que no será fructífero. Sin embargo, las condiciones de vida en Centroamérica son nefastas. Dado que no hay recetas mágicas para los retos migratorios y que ningún gobierno democrático puede violar las normas internacionales relativas a los derechos de los emigrantes, Estados Unidos y México van a tener que esforzarse en cooperar activamente. Y en esto se va a notar la capacidad de liderazgo de la nueva Administración Norteamericana. Si Biden sigue la senda del aislacionismo, la crisis se perpetuará. Si promueve un acuerdo global con México y Centroamérica, la crisis no se resolverá de manera mágica, pero podrá encauzarse progresivamente.