Mientras el comercio entre China y América Latina y el Caribe crece a niveles históricos, expertos analizan los riesgos de los compromisos que varias naciones asumieron a cambio de inversión y cooperación externa.
Una relación en sincronía. En 2021 el valor total del comercio entre China y América Latina y el Caribe aumentó un 41,1% respecto a 2020, registrando un nuevo récord en las transacciones, por valor de 451.591 millones de dólares, según datos oficiales de China.
Ni la pandemia, ni la crisis global en la cadena de suministros pudo detener este crecimiento exponencial entre el país asiático y América Latina, por lo que varios analistas señalan que, desde la región «ven a China como una fuente de oportunidades que otros países no ofrecen».
Durante el foro ‘¿Hacia dónde van las relaciones entre China y EE. UU. en LATAM?’, organizada por la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, FAES, Juan Pablo Cardenal, experto en política y economía del país asiático, advirtió que en la región «las élites políticas y económicas pueden ver a China como la prueba de que el desarrollo y la prosperidad sin democracia es posible».
China actualmente es el segundo socio comercial de mayor importancia para la región. En 2021, las exportaciones de América Latina hacia China llegaron a unos 222.582 millones de dólares, lo que representa un incremento del 31,4% respecto al año anterior.
Mientras que las exportaciones chinas a América Latina se valoraron en 229.009 millones de dólares, un aumento del 52% respecto al año anterior, según la oficina de aduanas chinas.
A nivel global, el comercio bienes y servicios alcanzó un récord histórico de 28,5 billones de dólares en 2021, un aumento interanual del 25 % que también superó en un 13 % las cifras de 2019, el año previo a la pandemia.
Según el Organismo de la ONU para el Comercio y el Desarrollo, UNCTAD, es destacado el ascenso del 43% en las exportaciones chinas con respecto a los números previos a la pandemia, mientras que economías como Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, mostraron números más modestos, de entre el 6% y el 12%.
«China ha elaborado una red de contactos comerciales y políticos en la zona. Es un acercamiento muy descentralizado que les permite apoyar a muchos países con recursos y asistencia técnica», dijo durante el evento Margaret Myers, directora del programa Asia y América Latina del Diálogo Interamericano.
Para Pepe Zhang, director asociado y analista senior en ‘The Atlantic Council’, actualmente «vivimos en un mundo ideológico. China está más dispuesta a cruzar la línea ideológica y cooperar con todos los países, de ahí que tenga más influencia, mientras que Estados Unidos está más limitado en este aspecto».
Iniciativa de la Franja y la Ruta
Para Alejandro Godoy, especialista en temas de Asia y Medio Oriente, la iniciativa que emula la antigua ruta de la seda es un proyecto ambicioso del que los países que hagan parte deben tomar con precaución las concesiones que se otorguen y los desequilibrios económicos que pueda generar.
«Es un proyecto supremamente ambicioso porque va hasta el año 2049, tiene un costo aproximado de 900.000 millones de dólares y las expectativas con América Latina son alejar a las naciones que todavía reconocen a Taiwán», dice el experto.
Godoy agrega que «lo mejor sería que América Latina lograra equilibrar esta relación con China y ver las oportunidades que podría ofrecer la Unión Europea».
«Como lo vimos en África, varios de estos proyectos de la nueva ruta de la seda han generado unos déficits comerciales grandes, porque los Estados terminan no teniendo la capacidad de asumir estas deudas y con el tiempo China toma posesión de estas obras», comenta Godoy.
«Varios países de América Latina han firmado memorandos de entendimiento en un proyecto que hoy tiene más de 140 países que se han sumado a la iniciativa, por ende, es con mucha cautela que se debería actuar», concluyó el experto.
Recientemente, Argentina se convirtió es el vigésimo país de la región que se sumó a la iniciativa China de la Franja. El país suramericano cumplirá 50 años de relaciones diplomáticas con China en medio de una crisis económica profunda y la renegociación de su deuda por más de 40.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional.
Con información de agencias