Expo Milán 2015 cerró sus puertas el sábado 31, con la notable ausencia del pabellón peruano —el Gobierno de Humala se negó a asignar el presupuesto para tal fin— y la visible participación de países como Chile, Ecuador y Bolivia.
La Exposición Universal concluyó con un balance agridulce, tras haber sido un éxito en términos de asistencia, pero haber defraudado transmitiendo su mensaje a favor de una alimentación sostenible. La exposición, con el lema ‘Alimentar el planeta, energía para la vida’, reunió a 144 países y tres organizaciones internacionales, con el objetivo de reflexionar sobre los grandes retos de la humanidad, como el hambre, la desnutrición, la seguridad alimentaria y la agricultura sostenible.
Después de una preparación marcada por los escándalos de corrupción y las demoras en las obras, la Expo Milán atrajo durante seis meses a millones de visitantes, superando el objetivo de 20 millones. La afluencia se disparó en las últimas semanas con filas de hasta cinco horas de espera para entrar a los pabellones de Italia, Japón y Kazajistán, entre los más populares. Algunos sábados, más de 250,000 personas entraron a la enorme área conectada con el centro de Milán.
Numerosos líderes mundiales, entre ellos casi todos los mandatarios latinoamericanos y el presidente ruso, Vladimir Putin; la primera dama estadounidense Michelle Obama, además de artistas, empresarios y científicos visitaron la exposición. El patrimonio agrícola de Latinoamérica, desde la nutritiva quinua hasta su extensa variedad de frutas, fue el protagonista de los pabellones de los países de la región. Perú no participó en la Expo Milán 2015 por una inexplicable decisión del Gobierno, por lo que la quinua fue exhibida y vendida por Chile, Argentina y Ecuador.
Como se recuerda, en una muy criticada actitud del gobierno ‘nacionalista’ de Ollanta Humala —no había presupuesto, adujeron—, Perú no tuvo un pabellón en la feria gastronómica Expo Milán 2015 en Italia —uno de los encuentros gastronómicos más grandes en Europa y el mundo—, aunque en su momento la ministra de Relaciones Exteriores, Ana María Sánchez, la ministra de Comercio Exterior y Turismo, Magali Silva, y otros altos representantes del Ejecutivo, afirmaron que Perú sí estaba participando, lo que no era cierto.
Lo que en realidad hizo Perú, a través del Mincetur y PromPerú, fue organizar pequeñas actividades gastronómicas y artísticas fuera de la Expo Milán, en otros lugares de la ciudad, pues el gobierno de Ollanta Humala se negó a asignar los US$ 5 millones que se necesitaban para instalar un pabellón al interior del evento que durante seis meses atrajo a unas 20 millones de personas. “Creo que es un error (no participar en la Expo Milán) y hay que evitarlo en el futuro”, manifestó en julio pasado el presidente del Consejo de Ministros, Pedro Cateriano Bellido.
La ausencia de Perú fue bien aprovechada por el gobierno de Chile, que expuso en su pabellón como sus ‘productos bandera’ algunos emblemáticos orgullos peruanos como el pisco y la quinua. Promocionó por ejemplo el ‘Pisco Waqar’, presentado como un producto «100% chileno», así como la quinua, como un cultivo «originario» de Chile. El grano andino tuvo gran demanda y fue vendido en el pabellón chileno por 5 euros la bolsa. Cabe recordar que fue el chef Gastón Acurio quien alertó en redes sociales que Perú no participaría en la Expo Milán «por falta de recursos», señalando este hecho como «absoluta responsabilidad de la Cancillería”.
Para América Latina, la Expo Milán 2015 fue una oportunidad para mostrar lo que ocurre actualmente en el campo de la agricultura en países como Chile, Argentina, Colombia, Brasil, Ecuador y Bolivia, todos grandes productores. Ha sido «un éxito», aseguró el jefe de Gobierno italiano, Matteo Renzi. «Me gustaría que la Expo durara más tiempo, pero técnicamente es imposible», confesó la semana pasada el hombre orquesta del evento, el comisario José Sala, quien se convirtió en una estrella local y ahora podría aspirar a ser candidato a la alcaldía de Milán.
La ciudad, además, aprovecha su momento de gloria con el incremento del número de turistas de un 35 % en septiembre, una tendencia que va a durar gracias a que el evento internacional despertó el interés por la capital de la moda y la elegancia italiana. «Italia aprendió la lección tras el fiasco alemán de la Exposición Universal de Hannover en 2000 y evitó fijarse metas excesivas» en términos de asistencia, explicó la firma Euler Hermes, filial de la aseguradora alemana Allianz, uno de los patrocinadores del evento.
Las autoridades no han anunciado oficialmente cuál será el futuro que darán a ese enorme espacio, una superficie de un millón de metros cuadrados. Países como Vietnam, Tailandia y Azerbaiyán empezaron a desmontar sus pabellones. Brasil anunció que va a subastar los objetos de decoración, Israel regaló a Italia un campo vertical de cereales, y Malasia venderá por piezas el 80% de la valiosa madera empleada para su residencia.
El desmantelamiento de los pabellones deberá terminarse a mediados de 2016 para dar paso a una «ciudadela de investigación e innovación», con varias facultades científicas de la Universidad de Milán con proyectos pilotos financiados por empresas, según fuentes del gobierno. Matteo Renzi dijo que presentará el proyecto para esa zona el 10 de noviembre. El ‘mensaje’ al mundo de la Expo 2015 ha sido sintetizado en la ‘Declaración de Milán’, que promueve una alimentación sana, suficiente y sostenible para toda la humanidad.
Sin embargo, numerosos visitantes y columnistas manifestaron su decepción por la superficialidad con que el mensaje fue promovido. Además, la presencia de varios patrocinadores, la mayoría conocidas multinacionales del sector, generó críticas sobre todo de los defensores del medio ambiente y de una alimentación sana y equilibrada. La llamada ‘antorcha’ de la Expo pasará a manos de Kazajistán y los Emiratos Árabes Unidos, encargados respectivamente de la Exposición Internacional de 2017 en Astana (de dimensiones más pequeñas) y de la Exposición Universal de Dubái en 2020.