«Beatriz Solís-Rosas, el cielo se ganó contigo». Ese mensaje se lee estos días en una concurrida avenida de Lima, uno de los miles que los peruanos han escrito en paneles publicitarios para dar el último adiós a sus seres queridos muertos durante el tiempo de pandemia del coronavirus.
«Para nosotros es un alivio en el alma ver reflejado el nombre de mi madre en el panel. Nos reconforta, nos alegra», cuenta a Efe Alfredo Aíta, hijo mayor de Beatriz, una de los 142 médicos que han muerto en Perú por covid-19. En su mensaje ha encontrado el consuelo no haber podido despedirse de ella.
Como la de Alfredo, son miles de familias las que no han podido dar el último adiós a sus parientes. Desde que la pandemia llegó a Perú en marzo, han muerto en total 120.000 personas, un 120 % más que en el mismo periodo de años anteriores. Hay un exceso de más de 65.000 fallecidos, de ellos solo 28.000 figuran por coronavirus.
Los velatorios para fallecidos por covid-19 están prohibidos. Al inicio todos eran incinerados incluso sin presencia de familiares. Ahora se permite la inhumación, pero solo con máximo cinco familiares directos presentes.
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A ello no escapó Alfredo, que ha sido uno de los primeros en participar en la campaña «Paneles para decir adiós», una iniciativa desarrollada por quince empresas de publicidad que han puesto unos 80 paneles digitales a disposición de las familias y amigos de los fallecidos para publicar gratis en ellos sus mensajes de despedida.
UN BÁLSAMO COLECTIVO
«Una campaña así es un bálsamo dentro del dolor que sentimos los 33 millones de peruanos que vive esta tragedia nacional», dijo Alfredo, que nunca pudo despedirse de su madre, y que ahora mira con orgullo el mensaje que dejó para ella en un panel de la avenida Arequipa.
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Al estar prohibidos los viajes interprovinciales no pudo ir a la ciudad de Chiclayo, a unos 800 kilómetros al norte de Lima, antes de que su madre, que era pediatra, fuese hospitalizada tras contagiarse por su padre y su hermano, a los que ella estaba cuidando.
Después fue trasladada a Lima junto a su marido, pero mientras él pudo recuperarse, ella empeoró y terminó falleciendo el 24 de mayo a los 72 años. A Alfredo, que vive en Trujillo, le tocó dar la noticia a su padre aún hospitalizado y después llevar con él las cenizas desde Lima de vuelta a Chiclayo.
«Fue algo muy fuerte y doloroso. Mi madre salió viva de mi casa y volvió en cenizas. No pudimos ni siquiera darle un abrazo antes de que se vaya», lamentó.
«En ese momento no lloré. Dentro de mí pensaba… ¡qué frío mi corazón! Hasta que a las tres horas, de la nada, me vino un llanto interminable. Aún hoy a veces me viene ese llanto», agregó.
Para Alfredo, su mensaje sirve para decirle a su madre que «su partida no es en vano», prometerle «honrar siempre su legado» y recordarle que sus hijos y nietos siempre estarán orgullosos de ella.
«Esta campaña nos hace bien como personas y peruanos, porque visualiza lo que se está viviendo de manera esperanzadora. Todos los mensajes son de amor y esperanza», apuntó.
MILES DE HISTORIAS DE DOLOR
Basta con detenerse unos instantes en uno de estos llamativos paneles publicitarios para que cada ciertos segundos aparezca un mensaje distinto de despedida, cada uno con una historia detrás de dolor y desconsuelo similar a la de Alfredo.
«Paco, tus olas hoy son las nubes. Te amamos», «Walter, tu sonrisa brillará en el cielo, hermano», «Siempre en mi corazón, mamá linda» son algunos de los mensajes que se van sucediendo con una presentación sencilla pero impactante de letras negra sobre fondo blanco.
Cada diez segundos aparece uno diferente y algunos incluso van acompañados de la foto de la persona que partió, un fogonazo a la vista que pone rostro a la magnitud de esta pandemia que tiene en vilo al mundo.
«Papi Félix, gracias por las risas» da paso a «Edgar Rojas, eres nuestro ángel», y éste a «Papá Lobo, te extrañamos», luego seguido por «Siempre te amaremos, papá ‘Gordito'», que cede el testigo a «Mamá María, eres la brisa que besa nuestros rostros».
Ahí está también «Mario Bucana, siempre estarás con nosotros», en honor al veterano y experimentado camarógrafo del canal de televisión Panamericana, uno de los más de 80 periodistas que han fallecido en Perú a causa del coronavirus.
«Cuando empiezas a entender cada una de las historias te quiebra y te golpea. En general ha sido muy fuerte», reconoce a Efe el publicista y creador de la campaña, Juan Carlos Gómez De la Torre.
ESQUELAS ESPONTÁNEAS
Solo en el primer día de los «Paneles para recibir adiós» se recibieron más de mil mensajes. «Ha sido fuerte ver cómo se han ido elaborando estos mensajes. Son mensajes totalmente espontáneos, generados por la gente», puntualiza Gómez De la Torre.
Para publicarlos basta con entrar a la web www.panelesparadeciradios.com y escribir un texto de máximo 44 caracteres. Después de su publicación, el autor del mensaje recibirá una foto del panel con sus palabras a modo de recuerdo.
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La idea surgió después de que muchos de estos paneles se quedaron vacíos o apagados por falta de publicidad una vez que comenzó la cuarentena. Con la gente en sus casas, casi nadie veía los paneles y, con la economía paralizada, muchas empresas dejaron de publicitarse.
«Nadie dice que la recuperación económica vaya a ser fácil, pero creo que hoy toca otra cosa, que es conectarnos un poco más desde el lado humano, personal y de la propia salud», dice Gómez De la Torre, cuya idea la deja abierta a que pueda ser replicada en más países.
«Esto pasa por conectar una oportunidad con una necesidad humana, el dolor de las personas, la imposibilidad de decir algo y la culpa que a veces sientes por no haberte podido despedir y dar el reconocimiento u homenaje a la gente que partió», agregó.
Pese a que no era su propósito inicial, el creador de la campaña ha visto que también «ayuda a que las personas tomen consciencia de lo que está pasando».
Sobre todo para que no se acostumbren a la fría estadística de gente contagiada y fallecida, en un país donde el incumplimiento de las normas anti-COVID ha provocado tragedias como del último sábado donde trece personas murieron en una fiesta clandestina.
EFE- Fotos EFE