JERUSALÉN.- En el Día Internacional del Refugiado, la mitad del pueblo palestino sigue desplazado y sin acceso a un lugar al que pueda llamar casa, mientras sigue el deterioro de la situación de sus refugiados en Oriente Medio.
En entrevista con Efe, Christofer Gunnes, portavoz de UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, insta a la comunidad internacional a buscar una solución para los más de cinco millones de refugiados y destaca que miles de ellos están siendo obligados a emprender un segundo exilio por el aumento de la violencia en la región.
«Los refugiados palestinos han estado en un estado de desposesión y exilio durante 67 años pendientes de una solución política», denuncia Gunnes, la cara más visible de UNRWA, que hace un llamamiento «a los actores políticos para que resuelvan lo que solo puede describirse como una bomba de relojería».
«El 65 por ciento de los refugiados son menores de 25 años, están marginados, desesperados, frustrados por la falta de una solución justa y, en el clima actual de Oriente Medio, con tanta gente levantándose contra los gobiernos y revelándose de diversas formas, son parte del combustible que podría de repente incendiarse con consecuencias alarmantes y muy dramáticas», explica.
La cada vez más adversa situación en la región ha dado lugar a nuevos fenómenos entre los refugiados palestinos. Algunos, escapando de la guerra en Siria, se han vuelvo a exiliar y han acabado en la franja de Gaza, mientras otros se han lanzado al mar en barcos para tratar de llegar a costas europeas.
«Para los europeos es importante darse cuenta de que, con la creciente vulnerabilidad regional, los palestinos encuentran difícil conseguir seguridad y dignidad en Oriente Medio, por lo que cada vez más atraviesan peligrosos territorios tomados por rebeldes o arriesgan sus vidas en alta mar para llegar a Europa», dice Gunnes.
Los europeos, «tendrán que decidir si van a proveer soluciones in situ en Oriente Medio, incluido a través de una UNRWA apropiadamente financiada, o si quieren hacer frente a los palestinos cuando lleguen a Europa».
La vulnerabilidad regional siempre ha existido aquí pero, en los últimos años se ha disparado con la crisis en Siria e Irak, la expansión del terror del Estado Islámico y la inestabilidad y crisis en países como Yemen, Libia, Egipto y otros de la zona.
«Este año más que nunca los refugiados palestinos no sienten que tengan un hogar, un lugar a salvo en ningún lado. Y eso está llevando a muchos a arriesgar sus vidas y las de sus hijos subiéndose en barcos para escapar de su situación», relata.
En el caso de los palestinos, esta vulnerabilidad «se añade a varias otras capas de vulnerabilidad que ya estaban ahí, porque están desposeídos y exiliados desde hace tanto tiempo».
«Sobre el papel está muy claro lo que tiene que ocurrir: tienen que darles un Estado viable y una solución justa a su derecho de retorno», que podría ser, por ejemplo, un pacto para que haya compensaciones pero que, en cualquier caso, «tiene que ser una solución acordada por las partes».
A día de hoy hay más de cinco millones de refugiados palestinos registrados por la ONU.
Medio millón vive en Siria -de los que 45.000 han huido a Líbano y 15.000 a Jordania-, otros 750.000 están en Cisjordania, 1,2 millones en Gaza y otros dos millones en Jordania.
«En Siria sufren asedio, como en Yarmuk, donde hay inanición. Siete de los doce campos sirios están gravemente afectados por el conflicto. En Gaza viven bajo bloqueo, el pasado enero hubo niños que murieron de frío. Hay una desesperanza absoluta: sin perspectivas de empleo, con cortes de luz, sin acceso decente a agua y no se ha reconstruido ni una sola de las casas destruidas un año después del conflicto», afirma Gunnes.
En Cisjordania «viven con la humillación diaria de los excesos de la ocupación: la violencia de los soldados, el derribo de sus casas, nietos que ven a sus abuelos humillados en puestos militares, la expansión de las colonias, la violencia de los colonos».
Mientras que en el Líbano «están excluidos de muchas profesiones» y en Jordania «el estado de las escuelas en terrorífico: nadie querría enviar a sus hijos allí», añade.
«Pero lo más importante y que une a todos ellos es que ninguno quiere ser refugiado. Todos quieren un lugar que puedan llamar casa», reflexiona.
Después de tantos años, los campos de refugiados ya no son tiendas de campaña sino que muchos se han convertido en miserables barriadas con calles tan estrechas que se pueden tocar los laterales con los brazos abiertos: les falta luz, les falta aire y sufren problemas de superpoblación, exclusión social y, algunos, drogadicción y violencia.
«Es indignante que por falta de decisiones políticas permitamos esto en el siglo XXI con un pueblo educado, emprendedor, con mentalidad económica, que está sometido a la ignominia y la humillación de la dependencia. En Gaza, había 80.000 personas que necesitaban ayuda alimentaria de UNRWA en el 2000 y hoy son más de 860.000, se ha multiplicado once veces», lamenta Gunnes.
«No creo que sea en interés de nadie, y mucho menos de Israel, tener a cerca de dos millones de personas bloqueadas y desesperadas», dice y añade que la economía de Gaza podría florecer si se le permitiese.
Este portavoz señala que UNRWA -que gasta entre 30 y 35 millones de dólares al mes para atender a los refugiados- sufre una crisis de liquidez y financiación, con un déficit de 101 millones de dólares que hará que en septiembre no dispongan de fondos.
«Nosotros lamentamos que aún existamos. Después de 65 años (desde su creación) UNRWA es el símbolo vivo de un fracaso, el fracaso de la comunidad internacional de llegar a una solución justa para los refugiados palestinos», lamenta.
Y recuerda que mientras no llegue a esa solución, el número de los refugiados seguirá creciendo y su situación empeorando. EFE
Imagen: globovision.com