Este 20 de abril, el mundo celebra el Día Internacional de la Lengua China, una fecha establecida por la ONU en 2010 para honrar uno de los idiomas más antiguos y hablados del planeta.
Con más de 1,300 millones de hablantes, el chino mandarín no solo es una herramienta de comunicación, sino un puente cultural que conecta tradiciones milenarias con la modernidad global.
La fecha rinde homenaje a Cang Jie, figura mitológica a quien se atribuye la creación de los caracteres chinos hace más de 5,000 años. Según la leyenda, los dioses conmemoraron este logro con una lluvia de mijo, vinculando el día al término solar «Guyu» (谷雨) del calendario lunar. Este simbolismo subraya la profunda conexión entre la lengua, la naturaleza y la espiritualidad china.
El chino es hoy el segundo idioma más influyente en internet y una de las seis lenguas oficiales de la ONU. Su aprendizaje crece un 12% anual en Occidente, impulsado por el peso económico de China y programas como los Institutos Confucio. «Dominar el chino abre puertas en diplomacia, comercio y tecnología», destaca Li Wei, experto en lingüística de la Universidad de Beijing.
La ONU organiza talleres de caligrafía, poesía clásica y ópera Pekingense en sus sedes, mientras escuelas en 150 países realizan actividades educativas.
Retos y oportunidades
A pesar de su expansión, el chino enfrenta desafíos como la simplificación de caracteres y la competencia con el inglés digital. Sin embargo, innovaciones como la traducción automática con IA están revolucionando su acceso. «Cada carácter es un código de historia; aprenderlo es descifrar una civilización», destaca la profesora Zhang Mei.
El Día de la Lengua China trasciende lo lingüístico: es un tributo a la resistencia cultural y una invitación a dialogar con una potencia milenaria. En un mundo multipolar, entender este idioma es clave para construir puentes de cooperación, no solo comerciales, sino humanos.
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