BOGOTÁ.- Colombia rindió hoy un homenaje a la periodista Diana Turbay, cuyo asesinato por las mafias del narcotráfico hace 25 años marcó a la sociedad del país y quedó retratado en la novela «Noticia de un secuestro», del nobel Gabriel García Márquez.
La Cámara de Representantes de Colombia, en cabeza de su presidente, Alfredo Deluque, lideró los homenajes con un tributo a Turbay, hija del expresidente liberal Julio César Turbay Ayala, quien fue secuestrada el 30 de agosto de 1990 por el grupo de «Los Extraditables» dirigidos por Pablo Escobar.
Turbay, de 40 años de edad, fue secuestrada en una ofensiva liderada por Escobar contra grandes nombres de la política con el objetivo de que el entonces presidente, César Gaviria, eliminase la figura de la extradición.
«El primer secuestro de aquella racha sin precedentes -el 30 de agosto pasado y apenas tres semanas después de la toma de posesión del presidente César Gaviria había sido el de Diana Turbay, directora del noticiero de televisión Criptón y de la revista Hoy por Hoy, de Bogotá», recordó García Márquez en su novela.
Su secuestro creó una gran presión en la clase política colombiana y tuvo un fuerte impacto en la sociedad por el ataque a la libertad de prensa que supuso.
Junto a Turbay, que fue secretaria privada de su padre en la Presidencia de la República, también fueron secuestrados cuatro miembros de su equipo: la editora del noticiero, Azucena Liévano; el redactor Juan Vitta, los camarógrafos Richard Becerra y Orlando Acevedo y el periodista alemán Hero Buss.
«El truco de que se valieron los secuestradores fue una supuesta entrevista con el cura Manuel Pérez, comandante supremo del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Ninguno de los pocos que conocieron la invitación había estado de acuerdo en que Diana la aceptara», explicó el nobel en su novela.
Algunos de sus acompañantes fueron liberados en las semanas siguientes y Diana Turbay murió el 25 de enero de 1991 de un disparo que recibió durante un enfrentamiento entre los sicarios de Escobar y la Policía.
«Diana Turbay tenía, como su padre, un sentido intenso y apasionado del poder y una vocación de liderazgo que determinaron su vida. Creció entre los grandes nombres de la política, y era difícil que desde entonces no fuera esa su perspectiva del mundo», dijo García Márquez de ella.
Para el nobel de literatura, Turbay «sufría con una voracidad insaciable de saberlo todo, de estar en todo, de descubrir el porqué y el cómo de las cosas, y la razón de su vida».
En octubre del año pasado, la hija de Turbay, María Carolina Hoyos, se reunió con el jefe de los sicarios de Escobar, John Jairo Velásquez alias «Popeye», quien le relató cómo fue el secuestro de su madre y le pidió perdón por su muerte.