En el más absoluto silencio público, Juan Román Riquelme arma el nuevo Boca, objetivo para el que la continuidad de Esteban Andrada, la contratación de un centro delantero (apunta a Paolo Guerrero) y la llegada de un volante central son esenciales. Y el volante central es un peruano de selección que nunca jugó en un club de su país y con una particular historia con el actual campeón mundial de clubes.
«A los 16 años estuve en el Liverpool pero lamentablemente en el examen médico me dijeron que no iba a crecer tanto. Me fui a probar de zaguero, me hicieron un estudio en la mano y salió que no crecería hasta más de 1,80 y el mínimo para el puesto eran los 190 centímetros. Y además me dijeron que no iba a tener la fuerza para jugar en la Premier League. El estudio fue en una mano y el resultado fue que no crecería hasta más de 1,80 y me había probado de back central», reveló Renato Fabrizio Tapia Cortijo en una entrevista (en 2015) con el diario Marca.
Hoy, con 24 años, el mediocampista mide 1,85, jugó el Mundial de Rusia y viene de ser subcampeón de la Copa América siendo una fija para Ricardo Gareca. O sea que pegó varios estirones.
Igual, esa continuidad en la selección de Perú contrasta con su situación en el Feyenoord (es compañero del argentino Marcos Senesi) donde participó de 13 partidos (siete de titular) sobre 18 en la Eredivisie aunque sí jugó de entrada en la Europa League (siete veces titular en ocho encuentros), donde el equipo que dirige Dick Advocaat fue eliminado en la fase de grupos.
Toda la carrera profesional de Tapia, a nivel de clubes, fue en Holanda. De pequeño, en su Lima natal, estuvo en la Academia César Sussoni y el Colegio San Agustín, integró las Inferiores de Sporting Cristal y se formó finalmente en la academia Esther Grande de Bentín, desde donde dio el salto a Europa. Tras ser bochado por el Liverpool, fue contratado por el Twente, donde debutó profesionalmente. En enero de 2016, Feyenoord lo compró en 2,5 millones de euros, a comienzos del 2019 fue prestado al Willem II y para esta temporada regresó a su club.
Con contrato hasta mediados del 2020, para Riquelme es una tentación su roce internacional, su presencia en la mitad de cancha y la importancia que le da Gareca. Además, a JR no lo convence del todo Marcone y el futuro de De Rossi es una incógnita. Sí hay expectativas por Capaldo. Y también, por este Renato Tapia que es alto pero al que Liverpool rechazó por «bajito».
Tomado del diario Olé