WASHINGTON.- La CIA consideró pagar a quienes asesinaran informantes, comunistas extranjeros y miembros del gobierno cubano, en el plan “Operación Bounty” [Tesoro] que aparece en uno de los 2800 documentos desclasificados.
La difusión por los Archivos Nacionales, relacionados con la investigación del asesinato del presidente John F. Kennedy, confirmó investigación de 1975 sobre los planes de la CIA para derrocar o asesinar a Castro conocidos como “Operación Mangosta”.
“La Operación Bounty establece un sistema de recompensas financieras, en consonancia con la posición y la estatura, por matar o entregar vivos a conocidos comunistas”, señala el documento de acuerdo al diario «Nuevo Herald» de Miami.
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El objetivo era “inducir a los ciudadanos cubanos a derrocar al régimen comunista cubano; presionar a los comunistas cubanos creando desconfianza y desunión”, señalaba la propuesta original del Pentágono presentada el 30 de enero de 1962 al general Edward Lansdale, quien coordinaba el grupo especial al frente de esa operación.
Por matar a un informante, se pagaría entre $5000 y $20,000, y por un jefe de departamento, hasta $57,000. Los comunistas extranjeros operando en Cuba eran más valiosos y su asesinato podría recompensarse con $97,000. Pero el premio gordo estaba destinado a quienes mataran a miembros del gobierno cubano, por los cuales se pagaría hasta medio millón de dólares.
La CIA haría llegar la noticia a los cubanos a través de volantes pero antes de pagar las recompensas la agencia quería pruebas “concluyentes” de la muerte, como por ejemplo el carnet de militancia en el partido comunista u otra organización “revolucionaria”.
No queda claro por qué esta operación particular no estaba interesada en el asesinato del líder cubano, pero la CIA puso en marcha otros planes para eliminar a Fidel Castro, pese a que un reporte temprano de inteligencia (en octubre de 1961) concluía que era “una ilusión” pensar que la muerte del líder cubano cambiaría el panorama en Cuba, pues el país había derivado rápidamente a un estado “policial”.
No obstante, la CIA le dio rienda suelta a su imaginación para idear cómo eliminar al gobernante cubano: con un traje de buceo envenenado, desde un avión (dos exiliados intentarían dispararle con rifles telescópicos) o con píldoras de toxinas en su comida (en una trama que involucraba a la mafia), entre otras muchas otras variantes.
“La cuestión de los asesinatos, particularmente de Fidel Castro, fue traída a colación por el Secretario [de Defensa Robert] McNamara en la reunión con el Grupo Especial (Aumentado) el 10 de agosto” de 1962, escribió el general Lansdale en un memo.
Pero la CIA mintió al Departamento de Estado sobre su apoyo a los planes de exiliados cubanos de asesinar a Castro, cuando los exiliados Rolando Cubela y Ramón Tomás Guin Díaz fueron arrestados en Cuba en 1966.
“La Agencia no estuvo involucrada con ninguno de esos dos hombres en un complot para asesinar a Fidel Castro” ”, escribió el entonces subdirector de la CIA, Richard Helms, al secretario de Estado, Dean Rusk. (ECHA- Agencias)