Ecuador: La prensa fue la víctima invisible de los violentos disturbios recientes

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QUITO (Ecuador).- La prensa ha sido uno de los blancos en la reciente ola de protestas en Ecuador, con un registro de más de 130 ataques a medios y periodistas en doce días, algunos tan violentos como el intento de incendio al canal de televisión Teleamazonas o la brutal pedrada a uno de sus periodistas en la cabeza.

«Las cifras hablan por sí mismas, en todo el 2019 habíamos contabilizado 47 agresiones contra la prensa, y solamente en doce días de manifestaciones 135 periodistas agredidos en 113 ataques», asevera a Efe César Ricaurte, director ejecutivo de la Fundación Andina para la Observación y Estudio de Medios (Fundamedios).

La diferencia numérica entre ataques y profesionales agredidos la explica en que hubo casos en los que la violencia se perpetró contra varios periodistas a la vez, como la «retención» por parte del liderazgo indígena en el Agora de la Casa de la Cultura de Quito el pasado jueves, donde la Fundación contó 32 a retenidos.

La prensa se convirtió en un blanco de los ataques desde el primer día, cuando la fuerza pública atacó a un equipo de un diario quiteño pese a que su personal portaba acreditaciones.

Pero el foco de la violencia se trasladó en poco tiempo a los manifestantes, que volcaron su enconamiento contra los medios, sobre todo los ecuatorianos, bajo la demanda de: «¡Cuenten la verdad!».

«Vimos hechos absolutamente inéditos, se atentó contra un periodista a piedrazos, otros equipos fueron agredidos con látigos y todo esto con una constante del discurso estigmatizante que puede ser calificado de odio», señala Ricaurte.

El nivel de agresiones va más allá de lo que podría esperarse de la cobertura de un conflicto social y quedó reflejado en el ataque el sábado al edificio de Teleamazonas, donde radicales arrojaron cócteles molotov provocando un incendio e impidieron a los bomberos acceder al lugar a pedradas.

El productor ejecutivo nacional del medio, Milton Pérez (foto), cree que el ataque al canal, al que rodearon entre 250 y 300 manifestantes, no fue «una forma de expresar disconformidad con el Gobierno, sino que de forma directa y deliberada, atacaron sitios diferenciados» como la gerencia general o autobuses de transporte.

Subrayó lo paradójico de los reclamos de mayor cobertura a las protestas por parte de los medios: cuando «te agreden, no te dejan llegar a los sitios, tienes que dejar cámaras y grabar con celulares, quitarte etiquetas que te identifican, disfrazarte para poder cubrir».

Y cree que ese odio a los medios nacionales tiene origen en los diez años de correísmo, en los que el expresidente Rafael Correa (2007-2017) «convirtió a la prensa en un enemigo y mucha gente se quedó con eso en la cabeza», «¡nos dejaron marcados!», asevera.

De manera simultánea a ese ataque, se produjo un asalto al diario El Comercio, cuyos trabajadores pedían auxilio en los grupos profesionales de wasap, y constantes amenazas al medio Ecuavisa, que tuvo que evacuar la sede de Quito en varias ocasiones.

Casos como el de un fotógrafo de una agencia internacional herido gravemente en la cara, aparentemente por el impacto de munición en los disturbios en la capital, o la agresión a Fredy Paredes, con una pedrada en la cabeza tras abandonar la Casa de la Cultura donde había escuchado discursos contra su medio televisivo, son los más notorios.

Pero Ricaurte rescata la retención colectiva de periodistas como ejemplo paradigmático de lo que supusieron las protestas.

«En el momento en que se retiene a una persona contra su voluntad y se pide algo a cambio, en este caso, que los medios retransmitan en vivo ese acto del movimiento indígena, se está cayendo en una figura muy cercana al secuestro», censura.

También apunta a que el origen de este ambiente de suspicacia hacia los medios, parte del discurso que se propagó en la década correísta desde las más altas instancias del poder en Ecuador.

«Las consignas eran muy claras y repetidas constantemente, y son las que hoy esos manifestantes jóvenes que crecieron escuchándolas vuelven a corear, que la prensa es corrupta, mentirosa y vendida», afirma.

Ecuador: 131 periodistas fueron agredidos física y verbalmente en 11 días de protestas

Patricia Vargas, directora de Comunicación en la universidad UDLA, cree que el nivel de violencia que se ha vivido no tiene parangón, pero menciona que las investigaciones alertaban de cómo los medios tradicionales están perdiendo credibilidad en el país.

«Creo que los diez años pasados se generó mucha desconfianza en los medios, pasaba con Correa lo mismo que con Donald Trump, que si se informa de algo que no le gusta es una fake news», sostiene.

A día de hoy, según la experta, «nada satisface a las audiencias: Estamos metidos en una burbuja, lo que no coincide con mi forma de ver el mundo lo descalifico y al final ataco con violencia».

Propone hacer un ejercicio de autocrítica y repensar el rol del periodismo, además de compartir las mejores prácticas «para rescatar esta profesión que se ha convertido en peligrosa en Ecuador».

EFE/ Daniela Brik

 

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