QUITO (Ecuador).- Ocho binomios para la presidencia y vicepresidencia del Ecuador se han conformado para las elecciones del próximo agosto (2023). También serán elegidos los miembros de la nueva Asamblea Nacional y se realizará una histórica consulta popular sobre la explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní.
Los competidores son: Luisa González/Andrés Arauz por Revolución Ciudadana (RC-5); Jan Topic/Diana Jácome por Partido Social Cristiano, PSC; Partido Sociedad Patriótica, PSP; y Centro Democrático; Yaku Pérez/Nory Pinela por Unidad Popular, UP; Partido Socialista Ecuatoriano, PSE; Democracia Si, DS; Otto Sonnenholzner/ Erika Paredes por Avanza y Suma; Fernando Villavicencio/Andrea González por Movimiento Construye” (ex Ruptura de los 25); Xavier Hervas/Luz Marina Vega por Movimiento RETO; Bolívar Armijos/Linda Romero por Movimiento Amigo; Daniel Noboa/Verónica Abad por Pueblo, Igualdad y Democracia, PID y Movimiento Mover (antiguo Alianza País).
Lo primero a tomar en cuenta es que la idea de que los partidos políticos son intermediarios entre el Estado y los ciudadanos, así como constructores de la democracia, es muy discutible en Ecuador. De acuerdo con el Consejo Nacional Electoral (CNE) están registrados seis partidos y 11 movimientos nacionales; 69 provinciales; 174 cantonales; y 19 parroquiales, un total de 279 agrupaciones políticas.
La enorme mayoría de “partidos políticos” o “movimientos” no pasan de ser clubes electorales con simples membretes, alrededor de figuras que aglutinan amigos, familiares, simpatizantes y adherentes, más que a “militantes” propiamente dichos; sin ideología definida ni programa de gobierno significativo, con intereses personalistas o burocráticos. Las “alianzas” partidistas tienen fines coyunturales, clientelistas y aspiran a prebendas. Bajo estas realidades, es evidente que tampoco sirve una clasificación coherente y certera entre “izquierdas” y “derechas”, términos inexactos, que son usados para las más variadas interpretaciones. De manera que, en un régimen presidencialista como el de Ecuador y en la mira de las futuras elecciones, hay que observar las orientaciones partidistas de acuerdo con la trayectoria e identidad que demuestran frente a las realidades del país.
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Los principales participantes en la lid electoral
Implacablemente perseguido durante seis años (Lenín Moreno inició esa persecución, continuada por Guillermo Lasso), con líderes judicializados y sentenciados, militantes emigrados, atacado por todas las agrupaciones y movimientos que quieren levantar su espacio político, con una fuerza recurrente de apoyo (10 elecciones ganadas entre el 2007 y 2017) y una personalidad (Rafael Correa) sobre la que orbitan directrices centrales, la RC-5 es, paradójicamente, el único partido-movimiento con amplia organización nacional, con ideario, programa gubernamental y experiencia en el Estado. En las elecciones seccionales y locales de febrero del 2023, a pesar de las adversidades, el “correísmo” obtuvo un triunfo contundente.
El PSC, la segunda fuerza nacional incluso en las elecciones de febrero, tuvo su época de gloria en el pasado inmediato, hegemonizó tres décadas en Guayaquil y adquirió significativa presencia en la Costa ecuatoriana. Sostuvo al gobierno de L. Moreno y también al de G. Lasso, hasta que rompió con él; pero está en declive, incluso por la separación de antiguos militantes que formaban parte del círculo central. El PSC ha expresado los intereses de la poderosa oligarquía guayaquileña, además de que los grandes empresarios del país lo apoyaron permanentemente.
También las “derechas” sociales y políticas se sintieron representadas en él, hasta el aparecimiento de agrupaciones menores como CREO (patrocinador de G. Lasso en el 2021, aunque hoy fuera de contienda) y Suma (hoy con Sonnenholzner). No pasa del oportunismo político o el cálculo burocrático, el respaldo actual del PSP y de CD, que son clubes electorales.
La candidatura de Y. Pérez, que se ofreció como alternativa al “correísmo” en el 2021 (alcanzó el tercer lugar y el balotaje se definió entre Aráuz y Lasso), se halla en condiciones diferentes para el 2023. Hoy cuenta con el patrocinio de agrupaciones políticas tradicionales, que no han podido levantar una alternativa popular ni de gobierno desde hace décadas, pese a que se autodefinen como “verdaderas” y “auténticas” izquierdas y privilegian el “anti-correísmo”.
En otro vértice, F. Villavicencio, calificado como el “principal abogado del presidente Guillermo Lasso en la Asamblea Nacional” por quien fuera presidente de la Asamblea Constituyente del 2008 , solo se ha caracterizado por el radical anti-correísmo, revestido como combate a la corrupción. Mientras X. Hervas ha destacado por su ubicuidad en la “centro-izquierda”; D. Noboa, por ser hijo del millonario Álvaro Noboa, otrora recurrente candidato presidencial del desaparecido PRIAN, que fue una agrupación familiar; y B. Armijos, por su baja presencia política.
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Fuente y Foto Prensa Latina
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