WASHINGTON.- El fenómeno climático El Niño seguirá durante el verano del hemisferio norte (tercer trimestre) con un 90 % de probabilidad, pero todavía es pronto para determinar su intensidad, dijo hoy a Efe Mike Halpert, subdirector del Centro de Predicción Climática del Servicio Nacional de Meteorología de EE.UU.
«Ya en marzo consideramos que El Niño había llegado. La situación es muy diferente al año anterior, que no llegó, por lo que no vimos ningún cambio ni hubo ningún impacto. Pero es pronto para decir si será fuerte», señaló Halpert.
El Niño es un fenómeno que se caracteriza por el calentamiento de las aguas del Pacífico central y que puede alterar el clima de grandes zonas del planeta, con prolongadas sequías, lluvias intensas y mayor o menor posibilidad de huracanes.
Según los meteorólogos estadounidenses, existe un 80 % de probabilidades de que el fenómeno se mantenga a lo largo de todo este año.
«Eso es lo que sabemos por el momento, pero lo que no podemos determinar es la intensidad que tendrá, porque sólo es mayo. En uno o dos meses podremos dar una predicción», dijo Halpert.
No obstante, ya se puede prever que El Niño impacte primero en Australia, donde hará que se reduzcan las precipitaciones, lo mismo que ocurrirá en Indonesia y Malasia.
También disminuirán las lluvia en el norte de Brasil y en Centroamérica, señaló Halpert.
Se espera asimismo que, como ocurre típicamente, El Niño reduzca la posibilidad de huracanes en el Atlántico y, por el contrario, haga que aumente en el este del Pacífico.
Otro de las consecuencias que podría tener este fenómeno es el alivio de la sequía que asuela el estado de California (EE.UU.), ya que, si se presenta con gran intensidad (como en 1997-1998) se producirían lluvias y nieves intensas en esa zona el próximo invierno.
«En Norteamérica notaremos el impacto en otoño e invierno (último trimestre y principios de 2016), mientras que en partes de Sudamérica ya lo experimentarán en los próximos meses, por ejemplo en el sureste de Argentina», apuntó Halpert.
El Niño tuvo su último gran impacto en 1997-1998, cuando causó unas pérdidas estimadas entre 10.000 millones y 25.000 millones de dólares en Estados Unidos.
En 1982-1983, cuando también se presentó con gran intensidad, ocasionó unas pérdidas mundiales de más de 8.000 millones de dólares.
El Servicio Meteorológico de Estados Unidos, que forma parte de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), publica cada mes un boletín sobre la evolución de este fenómeno, como hacen otras instituciones nacionales y la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
EE.UU., cuando detectó el fenómeno en marzo de este año, estimó que había entre un 50 y 60 % de probabilidades de que continuara durante todo el verano boreal, memos que el 90 % de su último boletín publicado hoy. EFE
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