WASHINGTON.- El movimiento sindical, nacido en Europa en el siglo XIX, ha ganado apoyo en la sociedad al otro lado del Atlántico en los últimos años, en EEUU, que hoy celebra el Día del Trabajo, coincidiendo con la era del presidente, Donald Trump, y el estancamiento de los salarios de la clase trabajadora.
En vísperas de esta festividad se ha dado a conocer que el 64 % de la población aplaude la existencia de organizaciones sindicales, según una encuesta del prestigioso centro de investigación Gallup.
Esa es una de las cotas más altas registradas en los últimos 50 años y demuestra que la sociedad estadounidense aboga ahora más por las negociaciones colectivas de los trabajadores para conseguir mejores condiciones en sus contratos y hacer frente a las empresas.
El dato se publica 125 años después de que el que fuera presidente de EEUU entre 1885 y 1889, y entre 1893 y1897, Grover Cleveland, firmase una ley para establecer como festivo el Día del Trabajo, después de un periodo de disturbios laborales.
Para Richard Trumka, presidente de la plataforma sindical AFL-CIO, la mayor de EEUU, «los trabajadores de EEUU continúan sintiéndose cada vez más abandonados por una economía que ha sido dominada por Wall Street», ya que, a su juicio, el Gobierno de Trump «escucha primero» a las grandes empresas.
Trumka hizo estas declaraciones en un encuentro con un grupo reducido de periodistas para evaluar cómo llega la situación laboral del país en un festivo marcado en rojo en el calendario de los trabajadores.
Pese a su crítica al Gobierno, se mostró esperanzado de que el Ejecutivo empiece a tener más en cuenta a la gente de a pie en un futuro cercano para realizar cambios en términos de infraestructura, algo que el país «necesita».
Respecto a la evolución de los salarios, lamentó que su desarrollo en los últimos meses, por debajo de las expectativas de los economistas en un contexto de expansión económica, haya significado la pérdida de poder adquisitivo de la clase trabajadora.
«Los salarios reales cayeron en general impulsados por los aumentos en los precios de la vivienda y la atención médica», dijo Trumka, que aseguró que esa situación provoca «ansiedad» entre los trabajadores y una mayor intención de llevar a cabo «acciones colectivas» para cambiar el marco actual.
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De acuerdo a los últimos datos ofrecidos por el Departamento de Trabajo estadounidense, el índice de desempleo se mantuvo en el 3,7 % en julio, cerca de los niveles más bajos en medio siglo y en un mes en el cual la economía añadió 164.000 puestos de trabajo.
Sin embargo, Trumka señaló que esos datos «no esconden que realmente ni el sistema político ni el económico» funcionan para los trabajadores en el país, dado que sus salarios «han estado estancado por años» mientras los precios de la educación, la sanidad y la vivienda han crecido.
Otra de las cuestiones que va a tener un impacto importante en el mercado laboral estadounidense es la política comercial exterior de Trump, marcada principalmente por la imposición de aranceles a diferentes regiones; el pacto entre EE.UU., Canadá y México (T-MEC) y las negociaciones para llegar a un acuerdo comercial con China.
Para intentar que el T-MEC llegue a buen puerto y sea aprobado en el Congreso, Trumka y otros líderes sindicales se desplazarán a Ciudad de México este miércoles para reunirse con el presidente mexicano, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, y analizar las cuestiones laborales del tratado.
El líder sindical explicó que, si México «no puede garantizar» la capacidad de los trabajadores de negociar salarios más altos o crear sindicatos «libres y democráticos», el Legislativo de EEUU no debería ratificarlo.
EFE