IOWA.-Los médicos forenses establecieron que la estudiante Mollie Tibbetts fue asesinada cruelmente al confirmarse que se le detectaron «múltiples heridas con elementos cortantes», tal como se consigna en el protocolo de necropsia enviado a las autoridades judiciales.
Los resultados preliminares de la autopsia dados a conocer por el médico forense del estado indican que Mollie Tibbetts, de 20 años, fue víctima de homicidio, informó la División de Investigación Criminal en un comunicado de prensa.
La agencia no dio a conocer más detalles sobre las heridas que sufrió la joven, ni qué las causó, pero dijo que mayores análisis del cuerpo podrían arrojar nuevas conclusiones.
Los reportes de autopsia son confidenciales de acuerdo con las leyes de Iowa, a excepción de la causa y manera de muerte.
El hombre acusado de asesinato por la muerte de Tibbetts, Cristhian Bahena Rivera, presuntamente llevó a los investigadores el martes al sitio donde estaba el cadáver, en un campo de maíz en las afueras de Brooklyn, Iowa, el pueblo donde se vio a la joven por última vez en julio.
Los investigadores dijeron que Bahena Rivera secuestró a Tibbetts cuando esta trotaba al anochecer en Brooklyn el 18 de julio. Dijeron que la mató y dejo el cuerpo en una localidad apartada.
Esta semana, los investigadores dijeron que no estaban seguros de cómo había muerto y no mencionaron haber recuperado el arma homicida.
Bahena Rivera, un ciudadano mexicano que, de acuerdo a las autoridades, está ilegalmente en Estados Unidos, hizo su primera comparecencia en la corte el miércoles y está encarcelado con una fianza de cinco millones de dólares, en efectivo.
De ser condenado, podría ser sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad adelantada. Una audiencia preliminar se programó para la semana próxima.
Además de los resultados de la autopsia, este jueves también se supo que Rivera tenía una conexión con Tibbetts: había tenido un niño con una antigua compañera de la escuela de ella.
Mollie -cuya desaparición movilizó a ese estado y a todo el país- había salido a correr, a realizar su rutina deportiva. Caía la tarde y quiso terminar el día de la mejor manera. No imaginaba que horas después encontraría la muerte.
Pese a que admitió ser el autor material del brutal homicidio, dijo que tuvo una laguna en un momento de ira y que no recuerda absolutamente nada de cómo fue que la mató.
Rivera cayó en los ojos de los investigadores luego de que cámaras de seguridad mostraran que su automóvil iba y venía por las calles de Brooklyn, un pequeño pueblo en Iowa con no más de 1.500 habitantes. Ese día, el 18 de julio, los movimientos que realizó con su vehículo -un Chevy Malibu oscuro- llamaron la atención de los detectives tras chequear las cámaras.
¿Quién era y por qué ese hombre se comportaba así frente al volante? Rivera fue interrogado por primera vez y negó saber algo. Pero nadie quedó convencido al respecto. El lunes, fueron más severos con el interrogatorio hasta que se quebró.
El asesino vivió en la zona entre 4 y siete años. Había trabajado en diferentes lugares, siempre indocumentado. Pero -de acuerdo con los primeros registros- jamás tuvo un problema con la ley.
Al confesar y declarar bajo juramento, Rivera admitió que había visto correr a Mollie en la carretera y que decidió seguirla. Lo hizo desde atrás y, en un momento, a su par en la ruta. Mollie se sintió acosada. Nerviosa, lo advirtió: llamaría a la policía sino revertía su conducta.
En ese instante, Rivera se salió de sí. Enfureció. Se encegueció de tal modo que olvidó qué fue lo que siguió. Estaba «bloqueado», de acuerdo con la declaración jurada difundida, en parte, por el diario Des Moines Register.(ECHA- Agencias)