NUEVA YORK.- Un juzgado de Manhattan acoge desde hoy el juicio por corrupción contra el senador estatal de Nueva York, Dean Skelos, líder de la mayoría republicana en la cámara hasta su detención en mayo pasado, y contra su hijo Adam.
Skelos, de 67 años, está acusado de haber abusado de su cargo político para enriquecer de forma ilegal a su hijo, de 33 años, que habría obtenido más de 200,000 dólares gracias a las gestiones de su padre.
Según la Fiscalía, el político logró de manera ilegal un pago de 20,000 dólares de parte de una empresa de bienes raíces de Long Island y una paga mensual de 10,000 dólares de una empresa de tecnología medioambiental que buscaba contratos públicos en el estado de Nueva York.
Los dos se enfrentan a seis cargos, tres por extorsión, dos por pedir sobornos y uno por conspiración para cometer fraude.
De ser encontrados culpables, podrían ser condenados a una pena máxima de 20 años de cárcel por cada cargo de extorsión y conspiración y de 10 por cada cargo de soborno, según la Fiscalía.
Tras su arresto, Skelos renunció a su cargo como líder de la mayoría del Senado, pero mantuvo su escaño.
El juicio arranca hoy con el proceso de selección del jurado y, a priori, se prolongará durante varias semanas.
El proceso se desarrolla en paralelo al de otro sonado caso de corrupción en Nueva York contra el expresidente de la Asamblea Legislativa de Nueva York, Sheldon Silver.
Silver, de 71 años, fue detenido en enero pasado acusado de haber aceptado unos 4 millones de dólares en sobornos y comisiones ilegales a cambio de favores a dos despachos de abogados.
Según la Fiscalía, el dirigente demócrata escondió esos ingresos haciéndolos pasar por el fruto de su trabajo a tiempo parcial como jurista.
Juntos, los dos escándalos supusieron este año un fuerte terremoto en la política neoyorquina, pues para muchos cuestionan de raíz el modelo político que impera desde hace décadas en Albany, la capital del estado.
El fiscal federal del distrito sur de Nueva York, Preet Bharara, se ha erigido desde entonces en el gran azote de la corrupción y de la falta de transparencia en las altas esferas de la política neoyorquina.