WASHINGTON (EEUU).- La economía estadounidense se recuperó del bajón que había experimentado en el primer trimestre del año y creció el 2.6% entre abril y junio, un auge que da razones para el optimismo pero que los expertos no se atreven por ahora a relacionar directamente con las políticas del presidente Donald Trump.
El cálculo dado a conocer hoy es el primero de los tres que publica el Departamento de Comercio de EEUU sobre la evolución del producto interior bruto (PIB) en el segundo trimestre del año.
El crecimiento encaja con lo pronosticado por los analistas, que sin embargo ven prematuro vincular el dato con las políticas de Trump, y advierten que, normalmente, la economía estadounidense suele acelerarse en el segundo trimestre del año.
Trump ha prometido que la economía del país volverá a crecer de manera sostenida entre el 3% y el 4% anual bajo su mandato, que comenzó el pasado 20 de enero, gracias a un impulso de la inversión en infraestructuras y un plan fiscal que reducirá los impuestos, aunque esos compromisos aún no han tomado forma legislativa.
El dato divulgado hoy es notablemente superior al registrado en el primer trimestre del 2017, cuando el PIB creció a una tasa anual del 1.2%, según el cálculo revisado del Departamento de Comercio.
El repunte del PIB entre abril y junio estuvo impulsado por la revisión al alza del gasto de los consumidores, que supone dos tercios de la actividad económica y creció un 2.8%, frente al anterior cálculo del 1.1%, según el informe del Departamento de Comercio.
Otro motor importante fue el gasto de las empresas en equipos, que subió un 8.2%, su mayor ascenso desde el tercer trimestre del 2015.
También contribuyó un auge del 4.1% en las exportaciones, que sin embargo fue inferior al registrado en el primer trimestre, mientras que las importaciones subieron el 2.1%.
El Departamento de Comercio también revisó los datos de crecimiento de los últimos tres años y concluyó que la economía creció un poco más en el 2014 y 2015 de lo que se creía hasta ahora, aunque eso no cambia el hecho de que la recuperación tras la recesión del 2008 ha sido más lenta de lo habitual.
La economía creció el 2.6% el 2014 (y no el 2.4%, como se creía hasta ahora) y el 2.9% en el 2015 (en lugar del 2.6% reportado anteriormente), mientras que el 2016 se aceleró el 1.5%, un ritmo ligeramente más lento que el 1.6% que se había calculado inicialmente.
Los cambios provienen de una revisión anual que hace el Departamento de Comercio y se deben, sobre todo, a su decisión de registrar por separado la venta de gasolina por parte de grandes compañías como Walmart.
Estados Unidos lleva once años consecutivos con crecimientos anuales del PIB inferiores al 3% y en el 2016 creció apenas un 1.6%, el menor ritmo desde el 2011.
Trump quiere estimular la economía con una reforma fiscal, pero en sus ya más de seis meses en la Casa Blanca no se ha definido una propuesta detallada al respecto, y los obstáculos en el Congreso en materia de reforma sanitaria han ralentizado el progreso en esta área.
La Casa Blanca y los líderes republicanos en el Congreso reiteraron este jueves su intención de diseñar una reforma fiscal que permita rebajar «los tipos impositivos lo más posible» y cuyo primer borrador será presentado «este otoño» boreal.
En abril, la Casa Blanca adelantó que la reforma rebajaría desde el 35% actual al 15% el impuesto a las ganancias corporativas de las empresas, una de las pocas precisiones realizadas al respecto.
A finales de junio, el Fondo Monetario Internacional (FMI) rebajó las previsiones de crecimiento de EEUU al 2.1% en el 2017 y 2018, debido a la falta de un «plan económico completamente articulado» por parte del nuevo Gobierno de Trump, y consideró «poco realistas» las promesas de llegar a una expansión del 3% anual.
EFE/Lucía Leal