COLORADO (EEUU).- A menudo es posible escuchar que las personas opuestas se atraen porque la dificultad de estar juntos les provoca aún más adrenalina para intentarlo y convencerse de que sí que son compatibles, pero esta creencia está lejos de la realidad ya que es mucho mejor tener rasgos en común, según muestra un nuevo estudio de la Universidad de Colorado en Boulder (EEUU).
El estudio, publicado la revista Nature Human Behavior, confirma lo que los estudios individuales han insinuado durante décadas, desafiando el viejo adagio de que «los opuestos se atraen».
Así, ha encontrado que entre el 82 y el 89 por ciento de los rasgos analizados (desde inclinaciones políticas hasta la edad de la primera relación sexual y hábitos de uso de sustancias) las parejas tenían más probabilidades de ser similares. Solo en el tres por ciento de los rasgos, y solo en una parte de su análisis, los individuos tendían a asociarse con personas que eran diferentes a ellos.
«Nuestros hallazgos demuestran que es más probable que pájaros del mismo plumaje se unan», afirma la primera autora Tanya Horwitz, candidata a doctorado en el Departamento de Psicología y Neurociencia y el Instituto de Genética del Comportamiento (IBG).
Además de arrojar luz sobre fuerzas invisibles que pueden dar forma a las relaciones humanas, la investigación tiene implicaciones importantes para el campo de la investigación genética.
Para el nuevo artículo, los autores realizaron una revisión o metanálisis de investigaciones anteriores y su propio análisis de datos originales. Para el metanálisis, observaron 22 rasgos en 199 estudios que incluyeron millones de co-padres hombre-mujer, parejas comprometidas, parejas casadas o parejas que cohabitan.
Además, utilizaron un conjunto de datos llamado UK Biobank para estudiar 133 rasgos, incluidos muchos que rara vez se estudian, en casi 80,000 parejas de sexos opuestos en el Reino Unido.
Las parejas del mismo sexo no fueron incluidas en la investigación debido a que los patrones pueden diferir significativamente, los autores ahora los están explorando por separado.
En ambos análisis, rasgos como las actitudes políticas y religiosas, el nivel de educación y ciertas medidas de coeficiente intelectual mostraron correlaciones particularmente altas. Por ejemplo, en una escala en la que cero significa que no hay correlación y uno significa que las parejas siempre comparten el rasgo, la correlación para los valores políticos fue de 0.58.
Los rasgos relacionados con el uso de sustancias también mostraron altas correlaciones: los fumadores empedernidos, los bebedores empedernidos y los abstemios tendían fuertemente a asociarse con aquellos con hábitos similares.
Mientras tanto, rasgos como la altura y el peso, las condiciones médicas y los rasgos de personalidad mostraron correlaciones mucho más bajas pero aún positivas. Por ejemplo, la correlación para el neurotocismo fue de 0.11. Para algunos rasgos, como la extroversión, no hubo mucha correlación.
«La gente tiene todas estas teorías de que los extrovertidos son como los introvertidos o los extrovertidos como otros extrovertidos, pero el quit de la cuestión es que es como lanzar una moneda al aire: los extrovertidos tienen la misma probabilidad de terminar con extrovertidos que con introvertidos», explica Horwitz.
En el metanálisis, los investigadores no encontraron «ninguna evidencia convincente» sobre ningún rasgo que atraiga a los opuestos. En la muestra del Biobanco del Reino Unido, encontraron un puñado de rasgos en los que parecía haber una correlación negativa, aunque pequeña. Entre ellos se incluyen el cronotipo (si alguien es una «alondra mañanera» o un «búho nocturno»), la tendencia a preocuparse y la dificultad auditiva.
El rasgo en el que las parejas tenían más probabilidades de ser similares era el año de nacimiento. Pero incluso rasgos poco estudiados, como cuántas parejas sexuales había tenido una persona o si había sido amamantado cuando era niño, mostraron cierta correlación.
«Estos hallazgos sugieren que incluso en situaciones en las que sentimos que tenemos una opción sobre nuestras relaciones, puede haber mecanismos detrás de escena de los que no somos plenamente conscientes», asegura Horwitz.
Los autores señalan que las parejas comparten rasgos por diversas razones: algunas crecen en la misma zona. Algunos se sienten atraídos por personas similares a ellos y algunos se parecen más cuanto más tiempo pasan juntos.
Por ejemplo, explica Horwitz, si las personas bajas tienen más probabilidades de producir descendencia con personas bajas y personas altas con personas altas, podría haber más personas en los extremos de estatura en la próxima generación. Lo mismo ocurre con los rasgos psiquiátricos, médicos o de otro tipo. También podría haber implicaciones sociales.
Algunos pequeños estudios previos han sugerido que es cada vez más probable que las personas en Estados Unidos se unan con personas con antecedentes educativos similares, una tendencia que, según teorizan algunos, podría ampliar la brecha socioeconómica.
«Esperamos que la gente pueda utilizar estos datos para hacer sus propios análisis y aprender más sobre cómo y por qué las personas terminan en las relaciones que tienen», concluye.
Fuente Europa Press / foto Twitter