WASHINGTON— La maestra universitaria, Christine Blasey Ford, recuerda con “claridad cristalina” el presunto ataque sexual del juez Brett Kavanaugh hace varias décadas y está dispuesta a dar testimonio ante el Senado, informaron este lunes sus abogadas.
Paralelamente el magistrado Brett Kavanaugh , nominado por el presidente Donald Trump para la Corte Suprema de Justicia, sigue negando el incidente y afirmó que él también quiere contar su verdad, informó el diario La Opinión.
Una abogada de Ford, Lisa Banks, afirmó que su cliente está dispuesta a dar testimonio bajo juramento ante el Senado, mientras los republicanos que controlan el Comité Judicial quieren agilizar el voto de confirmación de Kavanaugh para un puesto vitalicio en el Tribunal Supremo.
“Su recuerdo de estos eventos es claro y cristalino. Ella aceptará participar en cualquier procedimiento que se le pida”, afirmó Banks a la cadena de radio pública, NPR.
Banks explicó que Ford, como tantas otras víctimas de abuso sexual, tiene derecho a decidir si divulgan o no su experiencia y cuándo, y si tardó tanto en sacarlo a la luz pública fue por temor y por el “gran riesgo personal para ella y su familia”, y no por motivaciones políticas.
Otra abogada, Debra Katz, declaro al diario “The New York Times” que espera que la eventual audiencia con Ford “sea justa” y no se convierta “en otra arma de ataque contra una mujer que ha decidido presentar estas acusaciones de mala conducta sexual contra un hombre poderoso”.
Ford habló de su experiencia con Kavanaugh a principios de la década de 1980, cuando ambos cursaban la secundaria, primero en julio pasado,y envió una carta privada a la senadora demócrata por California, Dianne Feinstein, y al diario “The Washington Post”.
Ford, una investigadora psicóloga, se identificó públicamente en la víspera durante una entrevista con el diario “The Washington Post”, en la que nuevamente describió el presunto ataque físico y sexual.
Según el relato de Ford, Kavanaugh se emborrachó en una fiesta en un suburbio de Maryland, forcejeó con ella en una cama mientras la manoseaba e intentaba desnudarla, y le tapó la boca para impedir que gritara.
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Sólo logró escapar porque un amigo de éste, Mark Judge, saltó sobre ellos. Judge no ha hecho declaraciones públicas sobre el incidente.
Ahora que Ford ha ofrecido rendir testimonio, Kavanaugh también dijo que está dispuesto a contar su verdad y, tal como lo hizo el viernes pasado, volvió a negar la acusación en su contra.
“Nunca he hecho semejante cosa como lo que describe la acusadora – ni a ella ni a nadie más. Como esto nunca ocurrió, no tenía idea alguna de quién estaba haciendo esta acusación hasta que ella se identificó ayer”, dijo Kavanaugh en una declaración escrita.
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Las acusaciones de Ford, conocida en círculos profesionales como la doctora Blasey, surgen en un ambiente partidista y de gran acritud en el Senado, pero cobran fuerza ahora que el llamado movimiento “MeToo” le ha dado foro a las acusaciones de acoso y abuso sexual de mujeres contra hombres en distintas esferas de la sociedad, incluyendo a políticos y celebridades.
Pero en 1991, el panorama era radicalmente distinto. Ese año, Anita Hill, una profesora de leyes, dijo bajo juramento ante el Senado que el entonces nominado al Tribunal Supremo, Clarence Thomas, también afroamericano como ella, la acosó sexualmente cuando ambos trabajaban en la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo (EEOC) en la década de 1980.
Según Hill, Thomas le mostraba películas y otros materiales pornográficos, y su testimonio acaparó grandes titulares dentro y fuera de EEUU. Al final, el Senado confirmó a Thomas, 52-48, considerado entonces como el voto más estrecho para un juez del Tribunal Supremo en más de un siglo.
Si en 1991 once senadores demócratas contribuyeron a la confirmación de Thomas, ahora la bancada de oposición en el Senado, liderada por Chuck Schumer, ha cerrado filas en contra de Kavanaugh. (ECHA- Agencias)