La clasificación del fútbol peruano al Mundial de Rusia 2018 dejó un dulce acontecimiento para caer los peruanos en masivo shock agradable. Un año que podrá ser recordado como el acontecimiento futbolístico tras 36 años en que estábamos no habidos en el mapamundi del balompié.
Entonces fuimos un equipo con DNI renovado y un perfumado protagonista en la élite mundialista como que si antes teníamos rivales como Haití y seleccionados sin pelaje en el Mundial de Rusia uno de nuestros rivales fue Francia que alcanzó el título mundial.
Todo el mundo entonces replicó su admiración por el regreso del fútbol peruano y su fútbol pintoresco, bien jugado, enloquecedor y de belleza comparado al jogo bonito de Brasil.
El año 2018 sin embargo acaba mal. Con la detención de Edwin Oviedo como presunto integrante de la banda criminal ‘Los Cuellos blancos del Puerto’ sindicada como una organización vinculada a Edwin Oviedo y otros personajes acusados de manejar una red de corrupción de funcionarios, tráfico de influencias, cohecho y malversación de los fondos públicos.
Una situación difícil de entender, de licuar lo bueno y lo malo. ¿Cómo va a quedar el premio FIFA a la mejor hinchada del mundo? ¿Cómo quedamos ante el mundo al enterarse que el conductor de la clasificación mundialista en el Perú está preso?
Oviedo, para acabar de enlodar más su imagen tiene otra acusación en su natal Chiclayo, involucrado a un asesinato tal como lo señalan dirigentes de la azucarera Tumán.
Es el fútbol el que interesa urgente un lavado para separar lo de Oviedo con la selección. Para que el trabajo de Ricardo Gareca no se vea afectado. Juan Carlos Oblitas ya se tomó el trabajo de tranquilizar al ‘Tigre’ pero ese saborcillo de amargura e incertidumbre está en la piel de todos.
Una taza de hiel que nadie quiere en las gargantas generosas acostumbradas a un año de mezclas de gratos sabores y acaba con un escándalo apocalíptico en la Videna. (Hugo Laredo Medina).