PARÍS.- Cada hora de sueño para un militar puede ser valiosa en el campo de batalla. Consciente de la importancia de dormir bien, el Ejército francés se ha lanzado a ofrecer a los ciudadanos sus consejos más básicos contra la fatiga, comenzando por un arma infalible: la siesta.
Con sus Jornadas del sueño, que este mes celebran su cuarta edición, buscan transmitir las mismas técnicas que ellos utilizan en sus operaciones cuando el ruido, la luz, el estrés o el frío dificultan la desconexión.
El Instituto de Investigación Biomédica del Ejército (IRBA) y la mutua militar Unéo intentan revertir con estas jornadas las estadísticas: cuatro de cada diez franceses no concilian bien el sueño.
«Técnicas de relajación o de visualización mental permiten favorecerlo en condiciones desfavorables», resume a Efe el teniente coronel Fabien, médico jefe de la Unidad de Cansancio y de Vigilancia del IRBA.
El especialista ve en la siesta una herramienta clave para aguantar activo cuando se ha descansado poco durante la noche.
La siesta, sostiene, es objeto de muchos prejuicios, pero a los militares se les enseña que es una buena estrategia para completar los tiempos de sueño y mantener sus capacidades mentales y físicas.
Pero los soldados no son los únicos que necesitan ayuda: «Los jóvenes y la población en general miran su teléfono móvil por la noche, a menudo ven la tele en la cama, se acuestan tarde por un partido o una película… cometen muchos pequeños errores», agrega.
Intentar acostarse y levantarse a la misma hora, cenar ligero, evitar el café o el tabaco por la noche y un deporte intenso antes de dormir, tener una habitación bien aireada y no usarla para trabajar o comer son algunas de sus recomendaciones.
«Son consejos de sentido común, igual que comer bien o practicar una actividad física, pero que se enseñan poco», destaca el responsable de la unidad de cansancio, que en París resolvió dudas tanto del personal del hospital militar Bégin, que acogió esa jornada, como de civiles o pacientes curiosos con la iniciativa.
Gente como Vivienne, a la que aconsejaron ir a un centro especializado porque detectaron alteraciones que necesitaban tratamiento, o como Gilles, jubilado de 72 años que acaba de empezar a cuidarse tras una vida trabajando y pendiente de su familia.
«Me he dado cuenta de que la televisión es nefasta a ciertas horas. Me he enterado de que hay que poner un filtro a las pantallas, he cogido antifaces, tapones para los oídos… He salido equipado», explica entusiasmado este antiguo informático.
Él intenta acostarse siempre a las 21.30, a menos que haya alguna película buena, y aunque admite que «desgraciadamente» tiene una televisión en su habitación, ha activado un sistema de apagado automático.
La población civil no se ve sometida a los niveles de estrés de los militares, a quienes se enseña que para aguantar en situaciones difíciles deben aprovechar cualquier oportunidad que se les presente para dormir, comer o cambiarse de ropa, pero los problemas de sueño, según el teniente coronel, son un problema de «sanidad pública».
Un sondeo del Instituto Nacional del Sueño y de la Vigilancia (INSV) precisa que cuatro de cada diez franceses creen que sus horarios o ritmo de trabajo alteran su sueño, y un 13 % dijo haber conducido en el último año en estado de somnolencia en el marco de su actividad profesional, con el consiguiente riesgo de accidente.
De forma lúdica, con un simulacro de habitación que los participantes debían acondicionar para mejorar el descanso, o con un cuestionario para detectar problemas, el IRBA y Unéo quieren contribuir a contrarrestar los efectos de la vida moderna.
«Nuestros abuelos dormían un poco más que nosotros y respetaban más su sueño, tenían menos acceso a actividades sociales y se acostaban antes», recalca Fabien, satisfecho de este tipo de jornadas porque «un ejército moderno se abre al mundo civil».
EFE/Foto: laprensa.hn