El macabro funeral del papa nazi Pío XII: su cadáver se puso negro y explotó en el ataúd

shadow

 

El proceso fúnebre del papa Pío XII, fallecido el 9 de octubre de 1958 a los 82 años, fue escenario de una serie de incidentes tan inusuales como impactantes.

Pío XII es conocido como el Papa nazi no solo por haber sido el nuncio apostólico en la Alemania nazi, sino también por la firma del Reichskonkordat, el concordato firmado en 1933, sino por lo también por lo revelado luego de haberse desclasificado documentos que confirman que conocía la existencia de los campos de concentración. Y finalmente porque en 1945 miles de nazis huyeron con la ayuda del Vaticano a través de la llamada «ruta de las ratas», principalmente hacia Sudamérica.

 

 

A diferencia de lo que se espera en la tradición católica, cuando el cuerpo de un pontífice es expuesto durante varios días para recibir el homenaje de los fieles, el estado del cadáver del papa Pacelli —como era conocido— se convirtió en una verdadera pesadilla para el Vaticano.

El pontífice murió en Castel Gandolfo, la residencia papal ubicada a las afueras de Roma, tras tres días de rápido deterioro de su salud.

En ese momento, lo acompañaba el doctor Riccardo Galeazzi-Lisi, oftalmólogo y jefe del cuerpo médico del Vaticano, quien tuvo un rol protagónico tanto en los días finales del Papa como en la polémica que envolvió su embalsamamiento.

 

 

Un método experimental y fallido

Pío XII había manifestado su deseo de no ser intervenido tras su muerte. En su testamento dejó claro que prefería ser enterrado “tal como Dios lo había hecho”. Esa decisión abrió el camino para que Galeazzi-Lisi propusiera un procedimiento que afirmaba haber redescubierto: la llamada “ósmosis aromática”.

«El médico, profesor Riccardo Galeazzi-Lisi, describió el proceso utilizado como ‘ósmosis aromática'», consignó un artículo de The New York Times.

Según este método, el cuerpo debía absorber “resinas volátiles y ciertos aceites y otras sustancias con acción desoxidante”.

 

 

El cuerpo empezó a descomponerse ante los presentes

La realidad fue mucho más cruda. Galeazzi-Lisi impregnó el cadáver con aceites y hierbas, y lo envolvió en celofán. La temperatura del cálido otoño romano hizo el resto. En cuestión de horas, el cuerpo comenzó a descomponerse visiblemente frente a los presentes.

“Se inicia una furiosa sucesión de fenómenos cadavéricos transformadores: es la descomposición en vivo ante los ojos horrorizados de los espectadores, después del aberrante ‘embalsamamiento’ patentado y practicado por el archidiarista», relató el investigador Antonio Margheriti.

Los efectos fueron evidentes. Los gases acumulados durante la putrefacción provocaron una notoria hinchazón en el torso del pontífice, cuyo cuerpo, delgado en vida, se deformó ante el asombro de quienes se encontraban cerca.

“El enorme esfuerzo que hicieron los guardias nobles para resistir el olor nauseabundo que emanaba del cadáver del Papa es visible en los rostros de los que estaban en el lugar”, narró Margheriti. Para evitar mayores afectaciones, los relevos de los encargados de custodiar el cuerpo comenzaron a ser más frecuentes, ya que muchos perdían el conocimiento por los gases desprendidos.

 

 

El estallido del ataúd y una reparación improvisada

El punto más dramático ocurrió durante el traslado del cuerpo hacia la Basílica de San Pedro. Mientras el féretro avanzaba, se produjo una potente explosión en su interior. “El cuerpo, torpemente embalsamado, se desmoronó, literalmente”, afirmó Margheriti.

Ante la gravedad de la situación, el cortejo fúnebre se detuvo en la Archibasílica de San Juan de Letrán, donde debieron realizar una reparación de urgencia.

El hedor era insoportable, por lo que el ataúd fue cubierto hasta su arribo al Vaticano. Miles de personas esperaban despedirse del Papa, sin conocer el estado del cadáver. Cuando finalmente el cuerpo fue expuesto en San Pedro, la escena fue aterradora. «Se había ennegrecido, se le había desprendido el tabique nasal y, a medida que sus músculos faciales se retraían, sus dientes sobresalían en una ‘risa espeluznante’«, describió el mismo Margheriti.

Para disimular el deterioro, se le aplicó una máscara de cera y látex. Pese a esos esfuerzos, la hinchazón del cadáver fue perceptible hasta el último día del funeral, cuando Pío XII fue finalmente enterrado.

 

Texto: WSV / Agencias
Foto: Captura de video

 

 

 

También puede ver:

 

 

¿Quiénes son los cardenales favoritos para ser elegido próximo Papa en el Cónclave?

 

1050397
V: | 230