Ricardo Gareca decidió no continuar con la selección peruana con un inesperado giro a lo que él mismo propuso que ‘Perú era su prioridad’. Fue una noticia que en principio causó desazón, pero el mundo sin el entrenador argentino no se acaba. No tiene un final, sino un comienzo.
Los que apostaron por él estarán muy propensos al colapso emocional y los sediciosos cebados a que se vaya, estarán felices de la decisión. Era un sí o no. Creemos que, en medio de todo, se pide que el rumbo trazado no se pierda
Se valora lo que hizo Gareca en estos siete años en que duró su proceso, la clasificación al Mundial de Rusia 2018 no es poca cosa, llegar a la final de la Copa América fue un replique de tambores y otros tantos logros que nos devolvió la fe.
Se viene una nueva etapa para la selección peruana, un compendio de posibilidades que se acerque a lo que Ricardo Gareca hizo desde un principio en que la posibilidad de ir al mundial de Rusia chocaba con una esperanza lejana.
Estamos ahora elegir un nuevo proceso al igual que empezó cuando Juan Carlos Oblitas acertó al traer al Tigre. Habrá una elección nueva y se espera que el que venga supere la podredumbre desinfectada con un trabajo sin acertijos.
No queda otra que agradecer a Ricardo Gareca que se va por las monedas que no colmaron sus expectativas económicas, pero en el trasfondo hay alguna otra pelusa molestosa.
La selección peruana que deberá de armarse tendrá otros rostros, jugadores que esperan su oportunidad. Eso es bueno, un buen contingente que no tuvo Ricardo Gareca a su disposición. (Hugo Laredo).