El mejor futbolista peruano de todos los tiempos y uno de los grandes cracks de los años 70, cuando Pelé lo mencionó como su sucesor. Fue además quien inspiró a Chilavert para patear tiros libres.
La escena sucedió en el lobby del hotel Sandton Sun, en Johannesburgo. Teófilo Cubillas Arizaga estaba ahí, donde se hospedan las personalidades invitadas por la FIFA al Mundial de Sudáfrica. Al mejor futbolista peruano de todos los tiempos no le cabía el asombro en el cuerpo. Lo abordaban periodistas de orígenes e idiomas diversos. Fotos, palabras, anécdotas, recuerdos. Y una expresión después de responder la última pregunta y de firmar el penúltimo autógrafo: «No sabía que era tan famoso». Después llegó esa sonrisa impecable que mantiene desde los tiempos en los que le comenzaron a decir «El Nene».
No había casualidad en la situación ni en los reconocimientos ni en la admiración multiplicada. Cubillas fue uno de los grandes futbolistas de su tiempo. Sobran datos: fue elegido como el futbolista sudamericano del año en 1972 e integra la lista de los 50 mejores jugadores del siglo XX publicada en el 2004 por la IFFHS y homologada por la FIFA.
Hay más: este hombre que el mes pasado cumplió 62 años es el octavo goleador en la historia de la Copa Mundial de Fútbol. Y con un par de detalles que hablan maravillas de ese logro: no era estrictamente un delantero y aún así supera en cantidad de goles y en promedio a los inmensos Maradona, Cruyff, Platini, Zico y Zidane.
Teófilo Cubillas, Hugo Sotil y César Cueto.
«Elegancia, belleza, ataque y goles, Teófilo Cubillas fue un símbolo del fútbol ofensivo y creativo en los años 70», lo retrata el blog Historia del fútbol mundial. Arrancaba como 10 y llegaba como un centrodelantero más. Fue símbolo de la Era de Oro del seleccionado peruano.
El crack nacido en Puente Piedra, Lima, es el máximo anotador en la historia del equipo nacional (con 26 tantos), ganó la Copa América de 1975 y estuvo entre los ocho mejores seleccionados del mundo en los Mundiales de 1970 y de 1978. En todos los casos, abrazado al carácter lúdico de este deporte. A principios de esa década, tras su irrupción mágica en la primera Copa del Mundo organizada por México, Pelé -campeón y máxima estrella de entonces- le dijo al mundo: “No se preocupen, ya tengo sucesor y es Teófilo Cubillas”.
Sobre él se escribieron libros (como “La gran jugada o crónica deportiva que trata de Teófilo Cubillas y el Alianza Lima” de Arturo Corcuera) y se gastaron adjetivos para calificar su juego exquisito y su pegada notable. Era admirado y admirable. José Luis Chilavert, arquero estupendo de pegada decisiva, contó en 2006: «Cuando vi el gol de Cubillas a Escocia, decidí que yo también quería patear tiros libres». Se refería a un notable remate a tres dedos, por afuera de la barrera, sucedido en Córdoba, durante el Mundial de Argentina.
En el último febrero, el periodista venezolano José Marcos le preguntó sobre esa pegada que era puro deleite. Cubillas lo explicó: «Todo es posible, en la medida que le dediquemos tiempo a lo que más dominamos. Waldir Pereira (Didí) era famosísimo en el cobro de los tiros libres; él fue el responsable de mis goles de falta, de mis remates de larga distancia. A base de entrenarme me hice ambidiestro. Y buscaba la aprobación de Víctor «Pitín» Zegarra, un malabarista con la pelota, mi ídolo de Alianza».
Fue campeón en cada país en el que jugó durante su larga carrera de 615 partidos y 338 goles. En Perú, con Alianza Lima; en Suiza, con el Basel; en Portugal, con el Porto; y en Estados Unidos, con el Miami South Florida. También estuvo muy cerca de pasar al Barcelona. Cuando ya se hablaba de su talento en los tiempos del Alianza Lima, fueron a verlo Rinus Michels -el entrenador del gigante catalán- y Josep María Minguella. Buscaban un socio para Johan Cruyff. Al final se decidieron por otro peruano destacado de ese tiempo: Hugo Sotil. Al respecto, escribió en su blog el periodista Tonito Santa Bochini: «Así fue como se gestó la llegada Hugo Cholo Sotil al equipo catalán y cómo se perdió en el Camp Nou la oportunidad de ver a un jugador con un golpe de pelota sencillamente magistral».
Eran días de protagonismo para el fútbol peruano. En 1971, por ejemplo, se armó un combinado con futbolistas del Alianza Lima y del Deportivo Municipal para enfrentar a uno de los grandes equipos de aquellos años, el Bayern Munich. Los alemanes miraron sin entender cómo su rival los pasaba por arriba y los goleaba (4-1, al cabo).
Sobre aquel episodio ocurrido en Lima, escribió el periodista Carlos Tassara: «Las patadas, sin embargo, no asustaron a los locales. Es más, inspiraron a Cubillas y Sotil, que se juntaron e hicieron genialidades. El ‘Nene’, incluso, se lució con dos ‘pepazas’, ambas en el segundo tiempo. La primera fue tras un gran desborde del ‘Cholo’ -quien se llevó a tres defensas alemanes-, ganándole en velocidad al ‘Káiser’ y definiendo con categoría ante el ‘achique’ de Maier. En el otro, ambos combinaron y le volvieron a romper la cintura a Beckenbauer, y Cubillas, finalmente, volvió a definir con la clase que lo caracterizaba».
Tenía otro rasgo: era un futbolista particularmente limpio, una suerte de militante del Fair Play, cuando esa palabra todavía no se mencionaba por los territorios americanos. En su carrera de 21 años, jamás fue expulsado y apenas recibió una tarjeta amarilla. Tenía una receta inmejorable: ante los golpes, reaccionaba con más futbol y ninguna palabra. También de ese modo, el preferido de Pelé se convirtió en el Maradona de Perú. (Waldemar Iglesias)
Fuente: blogdetonito.blogspot.com/Foto: clarin.com