El Papa Francisco ha alertado de que la Inteligencia Artificial debe ponerse al servicio de «un desarrollo más saludable, más humano» y nunca debe «violar» la «dignidad humana»; y ha avisado de su posible impacto en «la creciente crisis de la verdad».
Así lo ha indicado en su mensaje dirigido al Foro Económico Mundial, que se celebra del 20 al 24 de enero (FEM) en Davos. El cardenal Peter Turkson ha sido el encargado de leer el mensaje del Pontífice.
El Pontífice ha señalado que «la IA es un logro tecnológico extraordinario» pero ha advertido de que «existe el peligro de que la IA se utilice para promover el ‘paradigma tecnocrático’, según el cual todos los problemas del mundo pueden resolverse únicamente con medios tecnológicos».
En este paradigma, según ha avisado, «la dignidad humana y la fraternidad a menudo quedan subordinadas a la búsqueda de la eficiencia, como si la realidad, la bondad y la verdad emanaran intrínsecamente del poder tecnológico y económico».
«Sin embargo, la dignidad humana nunca debe ser violada en favor de la eficiencia. Los avances tecnológicos que no mejoran la vida de todos, sino que crean o aumentan desigualdades y conflictos, no pueden llamarse verdadero progreso. Por tanto, la IA debe ponerse al servicio de un desarrollo más saludable, más humano, más social y más integral», ha subrayado.
Asimismo, el Papa ha advertido del «impacto» que puede tener la IA –cuyos resultados son «casi indistinguibles» de los de los humanos–, «en la creciente crisis de la verdad en el foro público».
Además, ha añadido que esta tecnología está diseñada para aprender y tomar determinadas decisiones de forma autónoma, adaptándose a nuevas situaciones y proporcionando respuestas no previstas por sus programadores, «lo que plantea importantes cuestiones respecto de la responsabilidad ética, la seguridad humana y las implicaciones más amplias de tales avances para la sociedad».
Por ello, el Pontífice ha hecho un llamamiento a gobiernos y empresas para que gestionen las complejidades de la IA con «la debida diligencia y vigilancia», evaluando «críticamente» las aplicaciones individuales de la IA en contextos particulares «para determinar si su uso promueve la dignidad humana, la vocación de la persona humana y el bien común».
«Como ocurre con muchas tecnologías, los efectos de los diferentes usos de la IA pueden no ser siempre predecibles desde el principio. A medida que la aplicación de la IA y su impacto social se hacen más evidentes con el tiempo, es necesario adoptar respuestas adecuadas en todos los niveles de la sociedad, de acuerdo con el principio de subsidiariedad, con los usuarios individuales, las familias, la sociedad civil, las empresas, las instituciones, los gobiernos y la comunidad internacional», ha remarcado.
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Fuente Europa Press / foto X