SANTA CRUZ (Bolivia).- El Papa Francisco visitó hoy la cárcel de Palmasola en Bolivia, donde están recluidos cerca 5.000 presos, y en este lugar dijo que «la reclusión no debe ser exclusión» y destacó la importancia del proceso de reinserción.
«No podía dejar Bolivia sin venir a verles», así comenzó el Papa su discurso en la cárcel de Palmasola, donde se encuentran recluidos hombres, mujeres y menores, con sus familias, en una especie de «ciudad prisión».
Y después quiso recalcar que «reclusión no es lo mismo que exclusión» en esta cárcel, autogestionada por los reclusos y considerada una de las más violentas del país.
El Papa se presentó a los reclusos como «un hombre perdonado. Un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados».
En el campo de deportes del pabellón PS4, donde residen 2.800 hombres, explicó que «la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad», pero matizó como son muchos los elementos que juegan en su contra en este lugar.
«Lo sé bien», agregó y citó «el hacinamiento, la lentitud de la justicia, la falta de terapias ocupacionales y de políticas de rehabilitación y la violencia».
En el discurso, el obispo responsable de la pastoral penintenciara de Bolivia, Jesús Juárez, denunció ante el papa el «escándalo» de los retrasos de la Justicia y como el 84% de las personas privadas de libertad no tienen una sentencia en firme, así como condenó el «hacinamiento que niega la dignidad humana».
Ante varios miles de presos, que llegaron de otras prisiones del país, el Papa Francisco pidió entonces «una rápida y eficaz alianza interinstitucional para encontrar respuestas».
«Mientras se lucha por eso no podemos dar todo por perdido», les dijo y les indicó cosas qué se pueden hacer cómo la pacífica convivencia.
El Papa Francisco, quien escuchó con atención los testimonios de algunos reclusos, destacó la importancia de la presencia de las familias, pues «recuerdan que merece la pena vivir y luchar por un mundo mejor».
También tuvo una palabra de aliento al personal del centro que cumplen «un servicio público fundamental» y tienen una importante tarea en el proceso de reinserción.
«Tarea de levantar y no rebajar; de dignificar y no humillar; de animar y no afligir. Proceso que pide dejar una lógica de buenos y malos para pasar a una lógica centrada en ayudar a la persona», indicó.
Esta actitud, agregó el pontífice argentino, «generará mejores condiciones para todos. Ya que un proceso así vivido nos dignifica, anima y levanta a todos».
Francisco escuchó con atención los testimonios de algunos de los detenidos y aseguró «cómo el dolor no es capaz de apagar la esperanza en lo más profundo del corazón, y que la vida sigue brotando con fuerza en circunstancias adversas».
A los reclusos, Francisco que ya cuando era arzobispo de Buenos Aires iba a visitar las cárceles y lo ha continuado como pontífice, les habló del amor de Dios, «que sana, perdona, levanta y cura».
A los presos les habló de Pedro y Pablo, «discípulos de Jesús que también estuvieron presos y también fueron privados de libertad».
Y les animó a rezar como hicieron estos discípulos cuando estaban encarcelados, pues les sostuvo y les ayudó y nos les «dejó caer en la desesperación, en la oscuridad que puede brotar del sin sentido».
Les animó a que en los momentos en los que se sientan » tristes, mal, bajoneados» miren «el rostro de Jesús crucificado», porque » en su mirada, todos podemos encontrar espacio. Todos podemos poner junto a él nuestras heridas, nuestros dolores, así como también nuestros pecados».
«Charlen, con los curas que vienen, charlen…», les recomendó.
Antes de dar la bendición, Francisco les pidió rezar en silencio, «cada uno como sepa hacerlo» y les pidió, como suele decir, que recen por él, porque añadió: «También yo tengo mis errores y debo hacer penitencia».
Tras esta visita, el Papa se reunirá con los obispos de Bolivia y viajará después a Paraguay, en la última etapa de su gira por Latinoamérica, en la que ha visitado también Ecuador.
Un fotógrafo, con una réplica del Papa, espera su llegada en la cárcel boliviana.