ROMA (Italia).- El Papa Francisco renunciará un año más a pasar los meses de julio y agosto en la imponente villa pontificia de Castel Gandolfo, un palacio fortificado del siglo XVII, a orillas del Lago Albano, y permanecerá durante el periodo estival en la habitación 201 del segundo piso de Casa Santa Marta, donde reside habitualmente.
En cualquier caso, el Papa reducirá su agenda, sobre todo, durante el mes de julio, aunque continuará con ciertas actividades laborales con un ritmo más pausado, como ha hecho todos los veranos anteriores desde que fue elegido pontífice.
A sus 85 años, Jorge Mario Bergoglio conserva algunas de las costumbres de cuando era cardenal en Buenos Aires y no hará las maletas para irse a descansar (como sí hacían sus predecesores) sino que sólo reducirá la carga de sus citas.
De hecho, el complejo pontificio –situado a unos 40 kilómetros de la capital italiana– fue transformado en un museo para los turistas, aunque sólo están abiertas al público unas cuantas salas que albergan vitrinas con los ornamentos litúrgicos pertenecientes a anteriores pontífices, así como sus retratos.
Aunque el Vaticano aún no lo ha anunciado de forma oficial, durante el mes de julio el Papa cancelará las audiencias generales públicas de los miércoles, que se retomarán de nuevo en agosto. Además, suspenderá las recepciones de alto nivel en el Vaticano, así como las citas a grupos eclesiales o sociales.
Su única cita pública será el ángelus que continuará rezando asomado a la ventana de su estudio privado en el Palacio Apostólico del Vaticano. Sin embargo, aunque el pontífice reducirá sus apariciones en público, seguirá trabajando en la redacción de documentos y discursos para el resto del año.
El Papa –que cumplirá 86 años en diciembre y cuyo problema en la rodilla derecha le ha obligado a aplazar el viaje que tenía previsto del 2 al 7 de julio a la RCD y a Sudán del Sur– admitió a mitad de junio que la vejez impone «límites» como a él que para «caminar» tiene que usar «un bastón». «Cuando uno es viejo, no puede hacer las mismas cosas que cuando era joven. El cuerpo tiene un ritmo diferente, debemos escucharlo y aceptar sus límites. Todos tenemos límites: incluso yo tengo que caminar con un bastón», dijo Francisco durante una audiencia general.
No obstante, Francisco mantiene en agenda el viaje apostólico a Canadá, del 24 al 30 de julio, en el que está previsto que se reúna con alumnos de las escuelas residenciales implantadas en el siglo XIX y en activo hasta 1996 que forzaban la separación obligada de los niños y sus familias y en las que se llevaba a cabo una política de asimilación que les impedía hablar su idioma o practicar su cultura, muchas de ellas, gestionadas por la Iglesia católica.
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