Una triste noticia. El pasado sábado 14 de marzo, víctima de una cruel enfermedad, falleció en Miami, Florida, el periodista noruego Stein Ove Gronsund, un incansable luchador por los derechos de sus colegas, un personaje que supo romper fronteras y llevar el mensaje sindical sin olvidos ni discriminaciones, más allá de los límites de su tierra natal.
Fue el primer Oficial Regional de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) para América Latina y continuador exitoso de una obra iniciada en 1985 por los dirigentes de la organización que hoy agrupa a cientos de miles de trabajadores de tan noble profesión.
A finales de la década de los ochenta, Stein promovió y defendió arduamente las libertades sindicales y de expresión como pilares infaltables en una sociedad verdaderamente democrática, predicó entre los jóvenes periodistas de la región esos valores y luchó al lado de ellos para fortalecer las estructuras sindicales de sus organizaciones.
En ese propósito recorrió toda América Latina y el Caribe con el empeño de lograr la afiliación de los más importantes sindicatos de la región a la FIP desde Caracas en donde con apoyo del sindicato noruego instaló la oficina regional, la misma que ahora tiene como sede Buenos Aires.
En años recientes mostró gran preocupación por la situación de grandes riesgos en la que trabajan los periodistas venezolanos, los enormes retrocesos que ha tenido la libertad de expresión en el país. Incluso lideró una investigación sobre el contenido de los medios públicos y privados, como un aporte hacia la democratización de los medios de comunicación.
Su labor no fue anónima. Al contrario, visible, tanto que mereció el reconocimiento de quienes le acompañaron en esa difícil tarea. Una de ellas, la Asociación Nacional de Periodistas del Perú, le nombró miembro honorario. De aquellos años, Roberto Mejía Alarcón, presidente de esa histórica organización peruana, quien también estuvo en Caracas impulsando la labor de la FIP, recuerda, a propósito de la sentida desaparición física de Ove Gronsound, una anécdota de antología, un episodio sindical que pudo tener graves inconvenientes de tipo legal para el noruego y otros involucrados, pero que por fortuna terminó con un inesperado final feliz para Stein y un colectivo de periodistas peruanos en huelga. Aquí se la dejamos tal como la narró el colega Roberto Mejía Alarcón.
“En los años finales de los 80 del reciente siglo, el sindicato de periodistas del diario Expreso, propiedad entonces de Manuel Ulloa Elías, un político y empresario poderoso vinculado al mundo de la banca y las finanzas, se declaró en huelga. Stein me acompañó para expresar nuestro apoyo a los compañeros. Se nos recibió en medio de aplausos y vivas. Stein pidió hablar y ofreció gestionar la ayuda del Sindicato Noruego para pagar en parte los salarios de los huelguistas. Él tenía dificultades para hablar el español. La gente que ya llevaba una semana en paro, interpretó el gesto como una solución a la falta de dinero para adquirir alimentos para el hogar. Stein en su mala pronunciación, había dicho que el Sindicato de su país contaba con un fondo de solidaridad en capacidad de solventar una huelga, así ésta durara uno o varios años. Que eso mismo debían hacer los trabajadores peruanos para no sufrir la falta de recursos económicos. La noticia llegó veloz y distorsionada al despacho de Ulloa que al ver las fotografías donde hablaba Ove Gronsund saltó hasta el techo. Lo acusó de agitador y pidió su expulsión del país».
«Después de la jornada sindical, como era costumbre de Stein, fuimos a beber algunas copas de buen vino, para reanimar el espíritu. Lo dejé en el hotel. Me fuí a casa más que alegrón. En la madrugada la policía tocó la puerta con cierta impertinencia, abrí la misma, y luego de las preguntas de ley, me dijeron que el jefe de la policía quería «conversar» conmigo. Yo intuía que se trataba de algo más que eso. Fue, entonces, que me dijeron que pesaba sobre mí, el delito de traer a Perú «agitadores internacionales». Eran años en que mi país sufría las consecuencias de la violencia del terrorismo demencial de Sendero Luminoso. Todos los dirigentes sindicales y populares eran sospechosos. Además, Ulloa había hecho publicar en el diario de su propiedad (Expreso) que Stein era uno de ellos. No sabía que el noruego era un pan de Dios, que de agitador no tenía nada y, más bien, era contemporizador y un verdadero demócrata. Menos mal que yo había grabado la intervención de Stein y así se pudo aclarar el problema. Esa misma noche, Ulloa asustado por lo que podía venir con ayuda de un sindicato tan poderoso como el noruego, sin saber que se había malinterpretado el discurso del funcionario de la FIP, aceptó la demanda de mejoras salariales de los trabajadores. Ove no tuvo necesidad de solicitar ayuda de nadie. Y luego se fue tranquilo con un fuerte abrazo, prometiendo hablar bien el español, compromiso que no pudo cumplir pese a sus esfuerzos”.
Es historia de las duras luchas del periodismo y sindicalismo latinoamericano, esas a las que Stein entregó por muchos años su denodado esfuerzo. Honramos su memoria.