PARÍS.- Por primera vez en una década, los cinco sindicatos de los trabajadores franceses unieron este martes su voz en una nueva manifestación nacional contra el proyecto de reforma de las pensiones, que el presidente, Emmanuel Macron, quiere ver aprobado el próximo verano.
Había que remontarse a 2010 para que las distintas centrales mostraran un frente común, aunque su protesta en la calle no escondió divergencias importantes la víspera de que el primer ministro, Édouard Philippe, inicie con ellos una ronda de negociaciones.
La Confederación General del Trabajo (CGT), principal opositora al plan gubernamental, reclama la retirada completa del proyecto, y el mayor sindicato de Francia, la moderada Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), apuesta por quitar la llamada «edad de equilibrio», a partir de la cual los franceses podrán cobrar su pensión completa, y que en la práctica eleva la jubilación de los 62 a los 64 años.
La manifestación de este martes fue la tercera desde el inicio de las protestas el 5 de diciembre y la primera a la que se sumó la CFDT.
Desde la plaza de la República a la de Bastilla, con incidentes leves al final de la jornada, la movilización puso a prueba tanto a los sindicatos como al Ejecutivo, tras trece días de huelga en los transportes públicos que han paralizado parcialmente el país.
En total, se manifestaron 1,8 millones de personas en toda Francia, según la CGT, y 615.000, según el Ministerio del Interior. El día 5 salieron a la calle, respectivamente, 1,5 millones de personas o 806.000, y el 10 esas cifras se redujeron a más de 800.000 o unas 339.000, según la CGT o Interior.
Desbloquear la situación, a juicio del secretario general de la CGT, Philippe Martinez, está en manos de las autoridades: «El Gobierno es el que puede decir vale, hemos escuchado a la calle y paramos el proyecto de ley», dijo poco antes del inicio de la manifestación.
Pero el primer ministro dejó claro en la Asamblea Nacional su voluntad de seguir adelante: «Queremos reformar el sistema de pensiones para crear un sistema universal. Esto implica la desaparición de los regímenes especiales. Mi determinación y la del Gobierno en este proyecto es total».
Lo afirmó un día antes de mantener con los sindicatos una ronda de reuniones bilaterales y de recibirlos el jueves en una consulta multilateral con la que intentar desactivar el conflicto antes de las vacaciones.
Hasta entonces, las distintas centrales mantienen su pulso apoyadas por los ciudadanos. Según un sondeo del instituto demoscópico Harris Interactive publicado hoy por la emisora «RTL», el 62 % de los franceses respaldan la huelga, aunque siete de cada diez desean una tregua por Navidades.
En las dos manifestaciones anteriores, el plan gubernamental todavía no se conocía en detalle, pero su presentación el pasado miércoles ha avivado la preocupación de quienes temen perder poder adquisitivo y tener que jubilarse más tarde.
«Puede que esta nueva jornada empiece a fragilizar al Gobierno», explica a EFE Alexandra Menyard, empleada del sistema de Correos y confiada en que con una movilización masiva ciudadana «todo es posible».
Junto a ella había hoy en París una presencia destacada del sector educativo y del sanitario, así como personal de la compañía nacional ferroviaria SNCF y de la red metropolitana parisina de transporte RATP, que en estos dos últimos caso perderán sus regímenes especiales.
«Gravemos los beneficios y el capital, no los salarios», se podía leer en algunos carteles.
La protesta tuvo lugar un día después de que el arquitecto de la reforma de las pensiones, Jean-Paul Delevoye, encargado de dirigir las negociaciones, tuviera que dimitir por un supuesto conflicto de intereses.
«Si el gobierno quiere, el conflicto se puede acabar ya», destacó Martinez.
De momento, el tráfico ferroviario seguirá muy afectado mañana: circularán un tercio de los trenes de alta velocidad (TGV) o, entre otros, la cuarta parte de los que habitualmente conectan Francia con España.
No obstante, la SCNF, el principal operador ferroviario de Francia, destaca que este fin de semana podrá garantizar el viaje de todos aquellos que ya tengan su billete para un TGV, aunque en la mitad de los casos el trayecto sufrirá cambios de horario o itinerario.
EFE