El género sertanejo, una expresión musical de raíces campesinas presente en todas las regiones de Brasil y que con 91 años de historia apenas comienza a traspasar con fuerza las fronteras, mueve millones en la economía y se impone cada vez más en el país de la samba y la bossa nova.
Una serie lanzada el pasado abril en la plataforma Netflix, «Amor sertanejo», ha puesto en relieve el impacto de este influyente fenómeno musical en la economía y la cultura a través de la voz de los propios artistas.
El Sertanejo, que puede asimilarse a un country brasileño, data de la colonización portuguesa en el siglo XVI, principalmente en el interior de los estados de Sao Paulo y Minas Gerais (sudeste) y Goiás (centro), y su nombre proviene del Sertão, el agreste de la región Nordeste. La primera canción fue grabada en 1929 por Cornelio Pires.
«El estilo sertanejo abarca varios ritmos, algunos genuinos brasileños y otros mezclados, como la guaranía, que viene de Paraguay; la polka, el pagode de cuerda, el cururú, el catereté y va con millares de variaciones de esos ritmos. Es una gama infinita de músicas», relató a EFE el compositor y guitarrista Almir Pessoa.
Con la guitarra como su principal instrumento y en su mayoría duetos, la música sertaneja evolucionó y en la actualidad, a pesar de que el llamado estilo «caipira» (campesino) o de raíz se mantiene, la vertiente conocida como «universitaria» mueve millones en la economía y en la discografía.
Fenómeno de ventas
En Brasil, las ventas de la industria discográfica están encabezadas por el baladista Roberto Carlos, con 140 millones de copias, pero en la lista de los diez artistas con mayor facturación por su trabajo están dos del género sertanejo, ambos del estilo «caipira».
Tonico y Tinoco, con sesenta millones de discos vendidos en la sexta posición, y Chitaozinho y Xororó, con 37 millones en la décima, superan a nombres consagrados como María Bethania (26 millones), la banda de rock metal Sepultura (20 millones), Ivete Sangalo (15 millones) y Carmen Miranda (10 millones), entre otros.
Por álbumes, detrás de «Xou da Xuxa 3», del género infantil con 3.7 millones, y «Músicas para lovar o Senhor», del padre católico Marcelo Rossi (3.3 millones), el disco más vendido en la historia de Brasil es «Leandro e Leonardo», del dueto homónimo con 3.1 millones.
En los últimos años, tomando como referencia sólo los trabajos descargados de internet a través de plataformas y aplicaciones pagas, los artistas del sertanejo tienen el dominio absoluto con siete nombres entre los diez más vendidos.
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Internacionalización
Los exponentes de la música sertaneja nunca necesitaron del público internacional para sus éxitos. El mercado brasileño, con 210 millones de potenciales oyentes, era lo suficientemente poderos.
La mayoría incluso desiste de una proyección más allá de las fronteras porque sus agendas para cumplir con conciertos locales y compromisos comerciales llegan a ocupar hasta seis de los siete días de la semana.
El éxito en el exterior de Gusttavo Lima y, principalmente, de Michel Teló, con su imbatible «Ai seu te pego», que fue número uno en países como España, Argentina, Perú o Colombia, son excepciones entre los sertanejos, apoyados también en redes sociales por figuras como el futbolista Neymar.
Sin embargo, algunos incorporaron en su trabajo versiones en portugués de artistas como el español Julio Iglesias, los mexicanos Ana Gabriel, Maná, Marco Antonio Solís «El Buki» y Juan Gabriel, el colombiano Juanes o el venezolano Franco de Vita.
Otros intentaron probar suerte cantando en español, como Zeze di Camargo y Luciano, Leandro y Leonardo y recientemente Víctor y Leo, todos duetos integrados por hermanos, y algunos invitaron para sus trabajos a los bachateros Romeo Santos, Prince Royce y Kevin Cosmos, al grupo cubano Gente de Zona y al reguetonero colombiano Maluma.
EFE/Weimer Carvalho y Waldheim García Montoya
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