El silencio marca en Atenas 125 años de las primeras Olimpiadas modernas

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ATENAS.- Pasear estos días por el estadio Panathinaikó se siente como la visita a un lugar remoto. Sus pistas, hechas para estar llenas de corredores, están vacías. En sus gradas, normalmente cubiertas por riadas de turistas que deambulan en el estadio donde se celebraron en 1896 los primeros Juegos Olímpicos de la modernidad, ahora reina el silencio.

Desde hace más de un año no se celebra ningún maratón ni acto deportivo en este lugar sacrosanto para los amantes de la historia y el deporte.

La entrega de la llama olímpica al Comité organizador de los Juegos Olímpicos (JJOO) de Tokio se celebró en 2020 sin público, con tan sólo unos pocos representantes del movimiento olímpico.

Los apasionados del olimpismo no podrán celebrar el 125 aniversario de los primeros Juegos contemporáneos y, como mucho, los que se encuentren en Atenas podrán pasear frente a los lugares más emblemáticos, antes del toque de queda.

Aunque desde entonces los Juegos Olímpicos se han celebrado en la capital griega solo una vez, en 2004, cada año miles de aficionados de todo el mundo acuden a participar en el maratón internacional de Atenas, el auténtico, que tiene como punto de partida el monumento de la batalla de Maratón, en recuerdo de la lucha de los atenienses contra los persas en 490 a.C. El recorrido concluye en el estadio Panathinaikó, construido sobre el mismo hueco en una colina donde hubo otro gran estadio en el 330 aC.

La inspiración del maratón, una prueba que se ha exportado al mundo entero, fue un mensajero, conocido como Filípides aunque en las narraciones más cercanas al suceso no se le da nombre. El héroe corrió desde el campo de batalla en el que se convirtió Maratón hasta Atenas, durante 42 kilómetros, para anunciar la victoria contra los persas. Agotado, cayó muerto inmediatamente tras informar del éxito de los atenienses.

Además de ser la línea de meta para esta carrera, hace 125 años el estadio, conocido por los griegos como Kalimármaron por sus gradas hechas por completo de mármol, acogió a 241 deportistas -todos hombres- de 14 países que compitieron en 10 disciplinas. Eran las primeras pruebas olímpicas en 1.500 años.

En esa ocasión, otro griego tomó el relevo de Filípides y se convirtió en el hombre del momento al ganar la disciplina por excelencia de los Juegos. Con ello, Spiridon Luis, un pastor y corredor aficionado se llevó el oro y salvó el orgullo de sus compatriotas, que no ganaron ninguna medalla.

El estadio donde se celebró la Ceremonia de Apertura de los Juegos Olímpicos de Atenas de 2004 lleva su nombre en su honor.

A apenas unos centenares de metros del Panathinaikó se sitúa el palacio de Zappeion, construido en los Jardines Nacionales, los jardines del palacio que ahora acoge el Parlamento heleno. Fue el primer edificio levantado para revivir la llama olímpica en la modernidad.

El esplendor de los monumentos que rodean el viejo estadio contrastan con el estado de abandono de la mayoría de las instalaciones olímpicas de los Juegos de 2004, que costaron al Estado heleno casi 9.000 millones de euros.

Incluso en las contadas instalaciones olímpicas abiertas para eventos deportivos o culturales, la ausencia del mantenimiento es evidente.

En algunos ni siquiera se han realizado ningún tipo de trabajo desde que terminaron los JJOO. La emblemática cúpula del estadio olímpico de Atenas -donde juegan en casa los dos clubes más importantes dela ciudad, Panathinaikós y AEK-, diseñada por el arquitecto español Santiago Calatrava y que costó 130 millones de euros, es uno de los sitios en los que el tiempo y la falta de cuidados está haciendo mella.

Del resto de las instalaciones del gran complejo olímpico, solo el estadio cubierto se utiliza regularmente por el equipo de baloncesto del Panathinaikós.

Otras instalaciones se han reinventado por completo, como el centro de bádminton, fuera del complejo, que hoy en día es un teatro, otra de las grandes pasiones helenas.EFE

 

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