SANTIAGO DE CHILE.- Es la mujer de la que todo el mundo habla ahora en Chile. Desde sus orígenes humildes, en la remota comunidad indígena Lefweluan (sur), hasta la butaca presidencial de la convención que redactará la nueva Constitución: es el largo camino que a sus 58 años ha recorrido la activista mapuche y consolidada académica Elisa Loncón.
Su elección el pasado domingo como presidenta del órgano constituyente -el primero paritario del mundo- se vivió con gran emoción y se interpretó como un guiño hacia las mujeres y un gesto de reconocimiento hacia los pueblos ancestrales.
«Es algo valioso en términos históricos porque los derechos de las mujeres nunca han sido respetados y menos cuando se trata de una mujer de pueblos originarios», dijo en una entrevista a Efe, minutos antes de la primera sesión de la convención en el antiguo Congreso Nacional, en Santiago.
El hito del domingo «es producto de la lucha de otras tantas mujeres que en Chile instalaron una voz contra el patriarcado que lesiona nuestros derechos», agregó Loncón, doctora en Humanidades y en Literatura.
«UN ANTES Y UN DESPUÉS»
Sus transformadoras ideas, como convertir Chile en un Estado plurinacional, ambientalista y feminista, son compartidas por muchas de las personas que coparon las calles durante meses en 2019 para pedir un cambio en el statu quo, y son premisas que hasta entonces habían sido desdeñadas por la política tradicional.
Ahora liderará el proceso de redacción de la nueva Carta Magna, la primera que emanará de un proceso completamente democrático en el país y que muchos ven como una oportunidad para dejar atrás el modelo neoliberal de la actual Ley Fundamental, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
«Esperamos que la nueva Constitución sirva para cambiar la historia de Chile», expresó la académica, quien ocupa uno de los 17 escaños reservados a indígenas y lleva años impulsando la investigación sobre la situación sociocultural y lingüística del mapudungun, el idioma de su etnia, la más numerosa del país.
«Nunca antes las naciones originarias habían sido convocadas para escribir un proceso tan relevante (…) Yo creo que lo de ayer sí va a marcar un antes y un después», añadió.
Con una derecha debilitada y con pocos escaños en el órgano, y el auge de los candidatos independientes, son 48 de 155 y en su mayoría de tendencia progresista, la convención tendrá la misión de encarrilar a un país fuertemente afectado por una crisis social e institucional que amenaza su estabilidad.
LOS MANIFESTANTES DETENIDOS, EL PRIMER OBSTÁCULO
La sesión inaugural del domingo arrancó con mucha tensión y tuvo que ser suspendida durante más de una hora, luego de que varios constituyentes denunciaran represión policial a las afueras del recinto contra un grupo de manifestantes.
Pese a este convulso inicio, Loncón cree que la convención va a ser «dialogante» y desde su flamante cargo promoverá la inclusión «de los diferentes sectores sociales y políticos», incluida la derecha, que ni siquiera obtuvo un tercio de los escaños necesarios para aprobar los artículos del texto.
La primera gran prueba de fuego tendrá lugar a partir de este lunes, cuando el ente se abra a debatir su postura sobre la situación de la veintena de manifestantes que siguen detenidos o con medidas cautelares desde las protestas de 2019, a quienes la izquierda considera «presos políticos».
«Vamos a conversar el tema y creo que vamos a llegar a un acuerdo porque hay que darle una señal a la juventud de que pueden salir a manifestarse sin ser condenados con cárcel», afirmó.
El Parlamento debate desde hace meses una polémica ley de amnistía repudiada por el Gobierno del conservador Sebastián Piñera a favor de los presos del estallido, que dejó al menos una treintena de muertos y miles de heridos y detenidos por episodios de violencia extrema, vandalismo, saqueos e incendios, entre otros.
«Algunos no tienen condenas y no hay investigaciones de fondo. Como constituyentes electos que nos debemos a una movilización tenemos que buscar la forma de cómo avanzar en ese proceso», consignó.
El proceso constituyente, que se planteó para amainar la ola de protestas -la mayor crisis social en los 31 años de democracia chilena- culminará previsiblemente en 2022 con la celebración de otro plebiscito que ratifique el nuevo texto. EFE