Entre gritos de «Viva Cuba», demandas contra EE.UU. («Abajo el bloqueo») y un emotivo recuerdo para su «amigo» Luis Eduardo Aute ha transcurrido el concierto que el cantautor Silvio Rodríguez ha ofrecido hoy ante una multitudinaria audiencia entregada dentro del Wizink Center, mientras fuera un centenar de personas protestaban en su contra.
Con las entradas agotadas, han seguido el «show» de más de dos horas y dos docenas de canciones unas 8.000 personas según cifras de la organización, todas con mascarilla y sentadas en otro paso hacia la vuelta a la vieja normalidad prepandémica.
Hacía cinco años que el artista no recalaba en España. También entonces visitó Madrid, de hecho este mismo espacio del Wizink Center (con otro nombre) y también entonces, como hoy, tras actuar unos días antes en otro lugar a precios más asequibles (esta vez, en la fiesta del Partido Comunista de España a cambio de 2 euros con fines solidarios).
La excusa (irreal) ha sido la presentación de su último álbum de estudio, «Para la espera» (2020), que dedicó a varios amigos fallecidos, entre ellos, el propio Aute, pero del que solo ha sonado un corte, convirtiéndose la velada más bien en una celebración de su propia carrera, con la única ausencia de «Mi unicornio azul».
Cantautor, guitarrista y poeta, Rodríguez (San Antonio de los Baños, 1946) se convirtió en uno de los mayores representantes de la Nueva Trova Cubana, movimiento inspirado por la revolución castrista de la que ha seguido siendo firme defensor con el paso de los años (esta misma semana durante un acto en León la ensalzaba por sus logros en materia de educación y cultura).
Con 15 minutos de retraso, a las 20:45 horas, ha aparecido la estrella bajo una gorra negra junto a sus siete músicos y entre un humilde silencio rápidamente roto por el aplauso en pie de los congregados.
Sin saludos ha comenzado a sonar «La pupila insomne», uno de los poemas ajenos a los que puso música, en este caso de Rubén Martínez Villena, uno de los poetas que más ha «admirado», ha dicho en sus primeras palabras, antes de destacar que «murió dirigiendo una huelga que derrocó un gobierno tiránico en Cuba«.
Su música ha prescindido de grandes ropajes (una sencilla cortina negra ha servido de fondo) para apostar mejor por adornarse con el acompañamiento del piano, el contrabajo, el tres cubano o la imprescindible flauta travesera de Niurka González en canciones como «Casiopea» o «América», que apenas interpreta fuera de su país.
«Abajo el bloqueo», ha prorrumpido con voz queda pero severa al referirse a los orígenes de su tema «Viene la cosa», sobre un barbero que en su local prohibía «hablar de la cosa», que es como se refieren en Cuba «a la situación» y el boicot comercial estadounidense.
Con «Escaramujo» y su alegre percusión el público se ha atrevido por primera vez a acompañar los versos a viva voz, un encantamiento que se ha perpetuado con «Sueño con serpientes», recibida con aplausos desde sus primeros compases, y con la levedad de «Te amaré» y «Óleo de una mujer con sombrero», también muy coreada.
No han acabado ahí los grandes éxitos, porque todos a una se han preguntado «¿Qué cosa fuera la maza sin cantera?» en el primer gran aplauso de la noche, antes de que en su «Tonada del albedrío» cargara su pluma más panfletaria: «Dijo Guevara el hermoso / Viendo al África llorar / En el imperio mañoso / Nunca se debe confiar».
Ha sido en el ecuador cuando ha querido abrir un espacio íntimo para el recuerdo de «un amigo muy querido», Luis Eduardo Aute, fallecido en 2020. Sentado, con la cabeza agachada, ha dado primero todo el protagonismo a la sobrina del artista, quien con voz angelical y el único acompañamiento del piano ha revivido «Albanta» en medio de un silencio sepulcral.
Luego ha tomado el micrófono para hacer suyo otro de los temas del español, «Dentro», un cálido homenaje rendido a pocos metros precisamente de donde se encontraba su casa y estudio de pintura.
Solo ha sorprendido que no interpretara «Noche sin fin y mar», la cual incluyó en «Para la espera» y, según relató en su día, fue la canción que le cantaba a Aute en el hospital en el momento en el que aquel despertó del coma en el que entró en 2016 después de sufrir un accidente vascular.
De entre su veintena de álbumes no han dejado de sonar «Yo te quiero libre», «En el claro de la luna», «Quién fuera», «Canción del elegido», «Eva», que ha calado con sus versos feministas, así como «La era está pariendo un corazón» y «Ángel para un final».
No ha sido tal final, pues aún han cabido «Ojalá», «Tu soledad me abriga la garganta», «Playa Girón» (dedicada al poeta chileno Patricio Manns) y «Pequeña serenata nocturna», no sin que antes entonara con brío «El necio», sacudida musical frente a quienes le reprochan su insistente apoyo al gobierno cubano, cada vez con más forma de epitafio personal: «Me vienen a convidar a arrepentirme / Me vienen a convidar a que no pierda / Me vienen a convidar a indefinirme / Me vienen a convidar a tanta mierda (…) / Yo me muero como viví». EFE