MADRID (España).- La entrada en vigor de la ley de eutanasia en España podría ser un referente para otros países de Europa donde las raíces del catolicismo y las ideologías provida son más profundas, según Fernando Marín, vicepresidente de Derecho a Morir Dignamente (DMD), una de las asociaciones españolas que han luchado durante años por la aprobación de esta norma.
Desde este pasado viernes, los españoles con una enfermedad incurable o con un padecimiento crónico e incapacitante podrán optar por los cuidados paliativos o una «muerte digna», tras convertirse España en el séptimo país del mundo en reconocer este derecho.
«Creo que los próximos serán Alemania y Austria, países donde sus tribunales superiores contemplan la eutanasia como un derecho a regular», indica Marín en una entrevista con EFE.
Y entre los del sur de Europa, «Italia irá con más retraso, ya que tienen al Vaticano dentro del país», aventura el vicepresidente de DMD.
Un suicidio televisado que impactó a la sociedad
Para Marín, el momento clave en el que se empezó a tomar conciencia de la importancia de una ley así fue la muerte televisada del tetrapléjico Ramón Sampedro, «un acto reivindicativo» que impactó a la sociedad española.
En 1998, Sampedro falleció tras ingerir un preparado de cianuro que le habían proporcionado, después de 29 años de enfermedad y tras perder la batalla legal que emprendió en 1993 para que se le aplicara la eutanasia. Él mismo grabó el vídeo de su muerte para que las personas que le ayudaron en los preparativos no fueran penalizadas.
Su caso resurgió en el 2004 a raíz del éxito de la oscarizada película «Mar adentro», inspirada en su vida, protagonizada por el actor Javier Bardem.
«Decide enviar a los medios de comunicación un vídeo donde él graba su propio fallecimiento, su suicidio. Esto llega a todas las casas», recuerda Marín.
En 1998 España no contaba con ninguna ley sobre eutanasia. «La primera propuesta fue como hace cuatro o cinco años, en un congreso del Partido Socialista -actualmente en el Gobierno-. Por primera vez hubo un pronunciamiento oficial de todo el partido a favor de regularla. El Partido Socialista siempre se ha pronunciado a favor, pero la intención era más tímida sin tener que tomar la iniciativa», aclara.
El último sondeo realizado en España en el 2019 sobre este polémico asunto por el instituto de análisis y encuestas Metroscopia señalaba que un 84% de los españoles apoyaban la ley de eutanasia.
Países Bajos (2001), Bélgica (2002), Luxemburgo (2008) y Canadá (2016) tienen leyes de eutanasia en vigor. En Colombia, la eutanasia es un derecho constitucional desde 1998. En once estados de Estados Unidos existe el derecho a un suicidio asistido cuando la supervivencia esperada es de seis meses o menos.
La norma aprobada por el Parlamento español el pasado marzo es, según Marín, «mucho mejor que en Estados Unidos», ya que allí «es la muerte menos asistida que existe. Te dan una receta y allá tú».
Sin embargo, «la ley española excluye a los menores y no trata un tema muy importante, que es el sufrimiento psicológico por un trastorno mental”, explica.
Derecho a vivir frente a derecho a morir
Pero un asunto tan complejo tiene voces en contra, que en el caso de España centran sus argumentos en la falta de inversión pública en cuidados paliativos y en el derecho a vivir dignamente.
La Sociedad de Cuidados Paliativos de España (SECPAL) anunció en el 2013 que los profesionales específicos en ese área disminuyeron entre un 10 y un 20%. En el 2019, el país se encontraba en el puesto 31 de 50 en relación a la inversión en cuidados paliativos, según la Universidad española de Navarra.
Desde la asociación provida “Derecho a vivir”, su portavoz, Rosana Ribera, insiste en que «desde el Gobierno deben desarrollar una ley de cuidados paliativos que proteja la vida y que no nos lleve a una pendiente resbaladiza como ya se ha visto en los Países Bajos”.
En el 2019, las Comisiones Regionales de Verificación de Países Bajos (CRV) recibieron 6.361 notificaciones de eutanasia, el 4.2% del total de personas fallecidas ese año, con un aumento del 3.8% respecto al 2018, según la Oficina Central de Estadística.
«Continuamente nos están machacando con mentiras sobre otros países. Es completamente falso, porque los médicos no se convierten en verdugos. No puedes atacar con estas mentiras a quien piensa diferente», rebate Marín.
EFE/Ana Blázquez
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