MADRID.- La poeta uruguaya Ida Vitale se convirtió hoy en la quinta mujer en obtener el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, en su edición número XXIV, considerado el Cervantes de la poesía
El Premio Reina Sofía de Poesía, que convoca Patrimonio Nacional del España y la Universidad de Salamanca, reconoce «el conjunto de un autor vivo que por su valor literario constituye una aportación relevante al patrimonio cultural común de Iberoamérica y España».
Dotado con 42.100 euros (47.958 dólares) y la edición de un poemario antológico con el estudio y notas a cargo de un destacado profesor de la Universidad de Salamanca,
Ida Vitale (Montevideo, 1923) ha cruzado casi un siglo de poesía, lecturas, traducciones y ensayos.
Perteneciente a la generación del 45, la misma a la que pertenecía Benedetti o Aldea Vilariño y quienes tenían como faro a Juan Carlos Onetti, Ida Vitale forma parte de una familia culta y cosmopolita y es la cuarta generación de emigrantes italianos.
Elegante, lúcida y culta, Ida Vitale, que se exilió en México, huyendo de la dictadura de su país, en 1974, donde conoció a Octavio Paz, con quien trabajó en la revista Vuelta, y a José Bergamín, ha tenido siempre como referente y padre poético a Juan Ramón Jiménez, como ha recordado hoy Luis Antonio de Villena, miembro del jurado que falló hoy el galardón.
«El jurado lo ha tenido fácil este año y, aunque han quedado tres grandísimos poetas finalistas, dos mujeres y un hombre, la decisión ha sido clara, porque Ida Vitale, a punto de cumplir 94 años, tiene una trayectoria literaria muy completa», señaló Villena.
«Su poesía es pura -continuó-, con Juan Ramón Jiménez como punto de partida, pero no es una discípula del premio Nobel. Su poesía es la de alguien que ha leído a Juan Ramón, sobre todo el de la última etapa más metafísica, y lo ha interiorizado, porque la poesía de Vitale es la de alguien que interioriza todas sus visiones sobre la realidad de la vida».
Villena también recordó que la vitalidad es una de las características de la poeta. «Es una mujer que hace honor a su apellido, Vitale; está llena de vitalidad y hoy sigue escribiendo y trabajando», subrayó.
Creadora de una poesía pura, íntima y honesta, Ida Vitale reside en Texas (EE.UU.) y en los últimos años ha visitado en varias ocasiones España, donde ha sido jurado del Premio Loewe de Poesía e invitada al festival de poesía Poemad.
Premio Octavio Paz y Alfonso Reyes en su edición 2014, Ida Vitale es autora de poemarios tan simbólicos como «Palabra dada», «Mella y criba», «La luz de esta memoria», «Paso a paso», «Jardín de sílice», «Un invierno equivocado», «La luz de esta memoria» o «Reducción del infinito».
Y entre sus ensayos destacan «El ejemplo de Antonio Machado», «Cervantes en nuestro tiempo», «La poesía de Jorge de Lima», «Léxico de afinidades» o «Donde da la vuelta el camaleón».
La clave «está en ser honesto con uno mismo y con el lector. Hay una parte de juego cuando uno escribe, que es necesario, pero eso no debe ser simultáneo con lo que le nace primero. Primero tiene que salir algo de verdad y después tiene que reposar para añadirle ese posible juego», confesó la poeta en una entrevista con Efe dentro del Poemad 2013.
Ida Vitale siempre ha sentido rechazo por la llamada poesía social o comprometida, porque con ella «ningún poeta ha conseguido el momento más decoroso de la poesía», ni siquiera Pablo Neruda, «cuyos mejores libros -afirmó- no son los políticos». (F/Efe/Carmen Sigüenza)