SANÁ.– En la víspera del comienzo del mes de ayuno del Ramadán, el Estado Islámico detonó cinco coches bomba que dejaron 31 muertos y decenas de heridos, en mezquitas chiítas y la casa del jefe de los rebeldes hutí del Yemen, Saleh al Sammad.
La ola de atentados terroristas fue reivindicada por el ISIS (por sus siglas en inglés) en momentos que en Ginebra, gobierno y rebeldes de Yemen negocian ante representantes de la ONU iniciar las conversaciones para llegar a un acuerdo, sin que hasta el momento se haya logrado ningún avance.
Los ataques terroristas confirman que en abril pasado llegaron contingentes del Estado Islámico a Yemen, aprovechando que el país atraviesa la guerra civil entre el gobierno del exiliado Abd Rabo Mansur Hadi y las fuerzas hutíes, que ya lograron desplazar al gobierno central de la capital del país, señala la agencia Efe.
El avance de la milicia de los hutíes, cuyos miembros son principalmente de la rama chiíta del Islam, considerada por los yihadistas sunitas de ISIS y Al Qaeda como herejes, sentaron la base para que -en medio de una puja sectaria que tiene al país sumergido en una guerra civil– los grupos terroristas encontraran espacio para instalarse.
De otro lado, la coalición árabe dirigida por Arabia Saudita, donde está instalado el gobierno en el exilio de Abd Rabo Mansur Hadi, bombardea desde finales de mayo las posiciones de los rebeldes chiitas hutíes, que cuentan con el apoyo de Irán y de fuerzas leales al ex presidente yemení Alí Abdalá Saleh.
El conflicto ha dejado, desde mayo, 2.600 muertos en Yemen según la ONU, y la situación humanitaria es catastrófica en este país pobre de la península arábiga. (ECHA- Agencias)