BAGDAD.- Tras su ofensiva a sangre y fuego para imponer su ‘califato’, el Estado Islámico (EI) cambió hacia una estrategia defensiva en sus bastiones en Siria e Irak, así como en la dañada red de suministro de petróleo, su fuente principal de financiamiento.
«Los combatientes yihadistas se vieron obligados a retroceder hacia una posición defensiva en la mayor parte de los frentes en Irak y Siria, perdiendo la iniciativa que caracterizaba a esta organización, lo que por tratan de ocultar en su propaganda en los medios sociales», señala el investigador iraquí Hicham al Hachimi, especialista en actividades de los grupos extremistas.
Consideró que el EI, que en junio de 2014 proclamó la creación de un ‘califato islámico’, recurrió a una serie de ataques espectaculares por todo el mundo que han dejado cientos de muertos, con el objetivo de dejar su retroceso a un segundo lugar.
A su juicio, varias razones explican este cambio estratégico. Por un lado, «el grupo ha reducido parcialmente su capacidad de movimiento por los bombardeos sufridos, que han destruido sus depósitos logísticos y le han hecho perder varias rutas de abastecimiento».
De otra parte, «ha perdido a muchos kamikazes, que cumplían un papel primordial en los ataques», reduciendo el número de terrorìstas suicidas del que hacía gala hasta hace poco , añade Hachimi.
Las regiones bajo control de los yihadistas están siendo intensamente bombardeadas por los aviones de la coalición internacional dirigida por los Estados Unidos y de Moscú, especialmente tras los atentados de París (130 muertos) y el derribo de un avión ruso (224 muertos), ambos reivindicados por el Estado Islámico.
En Siria, el grupo se ha retirado de vastos territorios en la provincia de Hasaké (noreste) y de varias localidades en la de Alepo (norte).
En Irak perdió en octubre el control de la ciudad de Baiji y de su refinería en la provincia de Saladino, y en noviembre, de Sinjar, al oeste de Mosul. Estas derrotas han privado al EI de una vía de abastecimiento estratégica entre Irak y Siria.
«Están siendo atacados en varios frentes y por diferentes actores, como el Partido de la Unión Democrática Kurda (PYD) en Hasaké, el Partido Democrático de Kurdistán (PDK) y el Partido de los Trabajadores del Kurdistan (PKK) en Sinjar», remarca Fabrice Balance, investigador y geógrafo.
Balanche apunta a la hipótesis de un viraje defensivo del grupo por el «repliegue hacia regiones árabo-sunitas, donde se beneficia de un apoyo popular, como el valle del Éufrates en Siria y en el noroeste de Irak», si bien advierte de que el Estado Islámico aún tiene capacidad de lanzar ofensivas.
La semana pasada un batallón de yihadistas lanzó un ataque contra los kurdos en la provincia de Nínive, al norte de Irak, que finalmente fue repelido por los peshmerga (combatientes kurdos) y los bombardeos de la coalición internacional.
En Siria el grupo «se está retirando de las regiones en las que los habitantes le son hostiles», señala Balanche. (ECHA- Agencias)