SANTIAGO DE CHILE.- La exmonja de clausura, Consuelo Gómez, denunció que fue violada sexualmente por la Madre Superiora de un convento de España lo que reveló ante el nuncio Ivo Scapolo, quien se limitó a ordenar que le hicieran pruebas psicológicas.
Ilusionada para prestar servicio espiritual ingresó en el 2000 a la congregación Hermanas del Buen Samaritano en Molina, fundada por Irene García de Prado, religiosa española que empezó, además, un policlínico y una hospedería en la Región del Maule, informó el diario El Mercurio.
«Quedé enamorada ahí, y entré», recuerda hoy, desde Talca. Era el año 1998 y estuvo en la congregación hasta que la abandonó en EL 2017.
«Había mucho acoso de los sacerdotes, capellanes y directores espirituales, muchas tocaciones indebidas, pero no podíamos decir nada porque nos hacían callar todo lo que viéramos y viviéramos», señaló.
Explicó que denunció estas violaciones pero. lejos de apoyarla, le aconsejaban no le des este «tremendo dolor a la madre Irene».
Ante sus insistencia en la nunciatura, la enviaron al médico y fue diagnosticada con fibromialgia, hirsutismo, osteopenia, artrosis y problemas en la columna y la cadera.
En ese momento explotó y durante una reunión con el nuncio Ivo Scapolo, con quien fue a conversar sobre otro tema y decidió denunciar a la monja lesbiana que la acosaba.
«Pero me puse a llorar, me preguntó qué me pasaba, y le conté todo mi caso, que me sentía pésimo, y todo lo que viví en España», rememora.
Según su relato, el nuncio se mostró comprensivo y dijo que la entendió «perfectamente bien».
«Me enviaron al psiquiatra, que sin mayores palabras se dio cuenta de la depresión severa y del trastorno de estrés postraumático que tenía producto de lo vivido en España, de estar guardando todo por más de diez años», afirma.
«Pero a mí la rabia que me da ahora es que el nuncio, sabiendo todo esto, no ha hecho nada», reclamó tras señalar que por los tiempos que normalmente se toman en estos procesos, la situación debería estar en conocimiento del Vaticano, o debería haberse iniciado una investigación contra la religiosa.
Consuelo Gómez abandonó la vida religiosa en el 2017 abrumada por los abusos e indiferencia de la Nunciatura para investigar su denuncia.
«Pero no ha hecho nada», recalca por lo que salió de la nunciatura y volvió al cuidado de su familia, en Talca. Le costaba concentrarse, no era capaz de hilar sus ideas, tampoco controlaba su esfínter. Fue a principios del 2017 cuando envió una carta a la congregación para solicitar un descanso y dinero para costear gastos de salud.
«Me ha costado volver a vincularme con mi familia y confiar en el mundo, porque fueron casi 18 años de estar sometida a un régimen”, repuso.
«Sé que quedan congregaciones de religiosas y que hay muchas jóvenes que, a lo mejor, tienen esa inquietud, y no quiero que les pase lo mismo que pasé yo», enfatizó. (ECHA – Agencias)
Fuente: Emol.com