BUENOS AIRES.- Diego Armando Maradona era «muy inteligente y muy bondadosa», con un «gran corazón y gran sensibilidad» sin embargo, arrastraba un «inconveniente muy grave»: el personaje terminò «aplastando a la persona», destaca Ricardo Gil Lavedra, abogado del astro en la década de 1990.
«De origen muy humilde, cuando se encuentra de repente con una fama por la cual sos la persona más conocida del planeta, más que el papa… ¿cómo lo sobrellevás?», pregunta, según una nota de EFE.
Gil Lavedra, con una larga carrera como juez y abogado, fue ministro de Justicia y Derechos Humanos de Argentina y hoy preside el Colegio Público de Abogados de la ciudad de Buenos Aires, defendió a Diego Armando Maradona cuando se le procesó por tenencia y consumo de cocaína luego de que se lo detuviera el 26 de abril de 1991 en un apartamento de Buenos Aires.
Una jueza suspendió ese proceso judicial después de que Diego Armando Maradona ofreció cumplir con un tratamiento de recuperación. Ocurrió en septiembre de 1992 cuando jugó por el Sevilla luego de 18 meses de carrera futbolística suspendida, desde que en marzo de 1991 diera positivo en dopaje en un partido del Nápoles en Italia.
«Yo fui abogado de Maradona en el periodo entre la suspensión que tuvo luego del Nápoli (cuadro donde jugó entre 1984 y 1992), y cuando volvió a la Argentina y la ida posterior al Sevilla», señala Gil Lavedra, quien expresa «un gran recuerdo» del ídolo del fútbol fallecido a los 60 años en octubre del 2020.
«Digo gran recuerdo porque me pareció una persona muy inteligente y muy bondadosa. Un tipo de un gran corazón y una gran sensibilidad, con un inconveniente muy grave: que es que generalmente en estos casos el personaje termina aplastando a la persona. Es muy difícil, ¿no?», añade el abogado, al tiempo de indicar que “esa personalidad tenía, ese carácter, le ha dado un sesgo que en Argentina es un ídolo, ese amor también por la camiseta, y un futbolista fuera de serie».
Comparando con el otro gran astro argentino, Lionel Messi, Gil Lavedra – uno de los seis jueces que en 1985 condenó a los comandantes de la última dictadura argentina- considera que se trata de «un caso diferente» y ha sobrellevado «distinto» esa fama.
«Porque esta gente no puede hacer la vida normal. Maradona no podía caminar por la calle, no podía ir a un restaurante, no podía hacer nada por el agobio de la gente», concluye.
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