ROMA.- Los consumidores necesitan más información para saber lo que están comiendo realmente y poder hacer frente a la malnutrición, afirmaron hoy en Roma expertos reunidos en un simposio internacional sobre nutrición.
El director general de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el brasileño José Graziano da Silva (foto), dijo en la apertura de esa conferencia que uno de los problemas es que las etiquetas de los alimentos «no dan información comprensible» y «la gente no sabe lo que consume».
La directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Margaret Chan, envió un mensaje para la ocasión en el que alertó de que las dietas malsanas son un factor de alto riesgo en el caso de las enfermedades no transmisibles como la diabetes.
Ningún país está libre de la malnutrición, que sufre una de cada tres personas en todo el mundo tanto por la carencia como por el exceso de nutrientes, lo que cuesta cada año 3.5 billones de dólares anuales.
Como muestra de ese fenómeno global, el profesor de Nutrición de la Universidad estadounidense de Tufts Patrick Webb destacó que los cinco países de ingresos medios donde la malnutrición es mayor son China, la India, Indonesia, Brasil y México, a pesar de que en los últimos años han mejorado su productividad agrícola.
«La baja calidad de las dietas es algo común en todos los casos de malnutrición», dijo Webb, quien llamó a conocer qué productos son «potencialmente dañinos» para desincentivar su uso y promover en cambio el de aquellos más nutritivos como la fruta o el pescado.
A su juicio, hace falta redefinir los subsidios y la investigación en agricultura poniendo énfasis en los alimentos de calidad, así como potenciar su comercio.
El profesor consideró que deben cambiar los incentivos para la industria alimentaria, valorada en 4 billones de dólares a nivel global, y promover opciones más sanas a través de instrumentos como los precios, las guías nutricionales o las políticas basadas en mejores estadísticas.
Otra opción es fijar, por ejemplo, impuestos para las bebidas azucaradas como hace México desde el 2014, según recordó la activista mexicana Marisa Macari, de la ONG El poder del consumidor.
Macari resaltó la necesidad de aliarse con otras organizaciones frente a la presión de la industria alimentaria, a la que criticó por pagar estudios para mejorar su imagen, y de fomentar otras acciones como impulsar las fuentes de agua en las escuelas o destinar más fondos a la prevención de la obesidad.
El senador chileno Guido Girardi también atacó a multinacionales como Nestlé o Kellogg’s por «abusar de los derechos de los niños» emitiendo publicidad engañosa y llamó a un mayor compromiso de la ONU para ajar el problema de la malnutrición a escala global.
Si en Chile cuentan con una ley para el etiquetado de alimentos, con pegatinas negras en aquellos productos altos en azúcar, sal o grasas saturadas, en Ecuador emplean el modelo de un semáforo con sus luces de colores para distinguir la calidad de la comida.
La profesora de la Universidad de San Francisco de Quito Wilma Freire sostuvo por su parte que, a partir de una encuesta, vieron que muchos ecuatorianos no comprenden el semáforo y prefieren otros sistemas con más información como aquellos que muestran los valores nutricionales de los productos.
Durante la jornada los expertos también llamaron a mejorar la educación de los consumidores trabajando con los agricultores, las empresas alimentarias, las escuelas y los medios de comunicación, entre otros asuntos.