PARÍS (Francia).- Dos historias llevadas al cine bien distintas, la carrera como empresario del polémico expresidente estadounidense Donald Trump y la dramática existencia de la actriz María Schneider, despertaron hoy interés en la octava jornada del Festival de Cannes.
Convertido en los últimos años en un género exitoso, el biopic irrumpe con fuerza en la edición 77 de la fiesta del séptimo arte en la paradisíaca Costa Azul francesa, aunque no siempre los representados vean con buenos ojos la manera en la que son expuestos ante el público.
La película biográfica «The Apprentice», dirigida por Ali Abbasi, se presentó este martes cuatro veces en Cannes, una de las 22 en competencia por la Palma de Oro de la Selección Oficial.
El largometraje se mete en la piel de Trump, por estos días en la lupa de la justicia y en la carrera por regresar a la Casa Blanca, a través del actor Sebastian Stan para abordar la vida del magnate inmobiliario en Nueva York en los años 70 y 80 del pasado siglo, su arribismo y la controvertida figura de su mentor entonces Roy Cohn.
Siempre que se hable del otrora mandatario republicano (2017-2021) la polémica está garantizada, y de qué manera, con colaboradores del político de 77 años que amenazaron con denunciar el filme por “pura difamación maliciosa”.
La escena que más revuelo causa es cuando el personaje principal fuerza a Ivana (esposa de Trump entre 1977 y 1992) a tener sexo no consentido.
Por otro camino va «María», una película de Jessica Palud proyectada en premier en la Sala Debussy, con un acercamiento a la vida tormentosa de la actriz francesa Maria Schneider (1952-2011), lanzada al estrellato en plena adolescencia por su papel en El último tango en París (1972) junto al legendario Marlon Brando.
El filme dirigido por Bernardo Bertolucci es considerado también la ruina de Schneider, quien aseguran nunca logró recuperarse emocionalmente del trauma sufrido durante el rodaje.
La propuesta de Palud, con Anamaria Vartolomei como María y el veterano Matt Dillon como Brando repasa la polémica filmación, en la que ni Bertolucci ni el actor advirtieron a la actriz sobre una escena de sexo anal en la que se utiliza mantequilla como lubricante.
Si bien la violación resultó fingida, la joven fue tomada por sorpresa y las lágrimas que el mundo vio rodar por sus mejillas en El último tango en París no fueron actuación.
Schneider se refirió después al asunto como una doble violación, en un tema de mucha actualidad por la cruzada del movimiento #MeToo contra la violencia y el abuso sexuales en el séptimo arte, una causa de denuncia que el Festival de Cannes abraza.
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Fuente Prensa Latina / foto X